10.9.23

Astropolítica


Nosotros nunca caminaremos sobre la superficie de Marte. Será muy difícil que lleguemos a ver la normalización de los viajes interplanetarios o el asentamiento de colonias espaciales. Nuestra generación no cruzará esa frontera. Pero los niños que juegan hoy en el parque de nuestro barrio todavía están a tiempo. Los que alcancen la madurez a mediados de este siglo podrán visitar otros planetas o incluso vivir allí. Depende de nuestra generación prepararles el camino.

Puede que no sea mucho, pero tampoco es nada, conmueve imaginarlo: nuestros hijos o nietos, cuando sean adultos, en algún momento de descanso o introspección, ante un horizonte rojo y cubierto de estrellas, verán surgir mansamente un planeta azul al que un día llamaron hogar y pensarán en lo mucho que les gustaría que pudiéramos estar allí con ellos en ese momento.

 

La astropolítica que debiera guiar nuestro quehacer colectivo consiste en orientar nuestros esfuerzos en convertir al ser humano en una especie interplanetaria.

El término “astropolítica”, que sepamos, lo ha popularizado Yago Rodríguez, que es un youtuber experto en asuntos militares. Él lo usa para referirse a la geopolítica que trasciende los límites terráqueos. Por ejemplo la competencia entre China y Estados Unidos por explotar los yacimientos mineros en la Luna sería astropolítica. Nosotros, que también somos de la escuela realista como él, no rechazamos esa interpretación, pero queremos ampliarla con políticas propositivas desde un optimismo definido.  


La defensa de nuestra propuesta puede resumirse en cinco puntos:

 

1-   Necesitamos un proyecto ilusionante para sanar nuestra convivencia, que está rota y a la espera de que algún temblor en la economía derive en violencia. En nuestra propuesta algunos serán astronautas y los habrá que pavimentaremos las carreteras por las que transitarán los vehículos de la lanzadera espacial; cada cual tendrá un papel según sus posibilidades, pero todos estaremos juntos en el proyecto y seremos parte de él como iguales. Por supuesto en astropolítica también podemos incluir la construcción de ciudades submarinas, el cooperativismo empresarial, la economía verde, el desarrollo de la nanotecnología, las construcciones en grafeno, y en general todo lo que sea compatible con nuestros principios.

 

2-      Hay que volver a un progreso vertical, que es avance tecnológico y florecimiento civilizatorio. El desarrollo auténtico, el material, requiere de inversión a largo plazo, elevación de la calidad de vida, y trabajos de alta cualificación y razonablemente pagados. Es lo opuesto al capitalismo financiero, que tiene algo de neo feudal porque origina una minoría de superricos y una mayoría de vasallos que se limitan a subsistir. La infraestructura determina la estructura; demandas de la industria tecnológica crearían nuevas culturas y nuevos valores, y un retorno a la excelencia y la virtud. Originaría una transformación social porque está claro que la postmodernidad no nos llevará a Marte.

 

3-      Nuestra astropolítica detesta la guerra. Somos conscientes de que ésta ha fomentado el desarrollo tecnológico y médico a lo largo de la historia de la humanidad. Pero no queremos progresar más a costa de muertos. La industria aeroespacial impulsa el desarrollo, la movilidad y seguramente la investigación clínica; es similar a la industria bélica en eso, pero sin las vidas amputadas en los campos de batalla. La astropolítica es una apuesta realista por la paz; quiere que las tensiones intrínsecamente humanas que desencadenan violencia desde los albores de la humanidad se diluyan en el camino a las estrellas.   

 

4-      Al transformar la industria se producirá una regeneración de las élites. Las castas gerenciales y financieras darán paso al reinado de ingenieros y filósofos. Los superseñores que nos gobiernan están locos. Son especuladores y narcisistas, y como viven en su propia imagología y no en la realidad, son adictos a la ingeniería social, que es la única manera de que las poblaciones del globo encajen en sus esquemas.  Buscamos la democratización de la prosperidad económica. La astropolítica tiene algo de lucha de clases en el siglo XXI.

 

5-      La naturaleza humana es así. Los seres humanos somos nómadas, siempre desafiando los límites. La astropolítica es una apuesta por los seres humanos como somos, y quiere tomar las riendas para evitar que nos transformen. La astropolítica es un realismo, y se opone a sus dos posibles riesgos: degenerar en tecno-gnosis transhumanista y los posibles atajos con derivas totalitarias de raigambre jüngerianas.   

 

 

 

 

 

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