La ciencia ficción es un género literario que no suele dar muchos puntos en las oposiciones a erudito. Se considera que es infantil, poco profunda, y sólo cotizan para el currículum algunos escritores, como Philip K. Dick o J.G. Ballard, y con la condición de que se los tenga como referencias secundarias y que el meollo de las lecturas formativas esté en otros autores más prestigiados. Por ejemplo, en una cuchipanda diletante puedes citar el contexto tecnológico de la soledad torturada de los personajes ballardianos, pero siempre que sea para ilustrar así las reflexiones heideggerianas sobre la técnica. Hay que explicitar que Ballard es meramente accesorio, y en ningún momento puedes dar a entender que es tu principal nutriente intelectual.
Citar a Isaac Asimov entre las élites intelectuales madrileñas, huelga decir, es el equivalente a eructar en una recepción con los reyes. Nadie te lo recriminará directamente, fingirán que no ha pasado, pero verás como poco a poco todos se alejan de tu lado silenciosos e incómodos.