Slavoy
Zizek (Liubliana, 1949) es un filósofo carismático. Su particular forma de
exponer sus teorías, a veces con chistes o basándose en películas, le ha ayudado
a llegar a audiencias más amplias de lo que se espera de un autor de cierta
complejidad. Sin embargo le ha cerrado también las puertas de las salas vips de
la intelectualidad europea. Le leen gentes más o menos cultas, pero citarle no
unge especialmente en el selecto mundo de la alta filosofía.
El personaje que representa en los medios de comunicación parece corresponderse con su obra escrita. En las conferencias que imparte se presenta como un torbellino verboso que no parece callarse ni para reponer aliento. Como autor es de una prolijidad fluvial; ha publicado más de cincuenta libros y cada poco tiempo hay algo nuevo de él en las librerías. Aunque sus textos presentan distintos niveles de dificultad, por lo general sus argumentaciones son caóticas y repetitivas; no es fácil seguirle el hilo, comprender su sistema. Aunque, afortunadamente, el filósofo abunda en los ejemplos y opiniones epatantes que agilizan la lectura y la hacen, hasta cierto punto, entretenida.