31.3.24

Pedir lo imposible

Slavoy Zizek (Liubliana, 1949) es un filósofo carismático. Su particular forma de exponer sus teorías, a veces con chistes o basándose en películas, le ha ayudado a llegar a audiencias más amplias de lo que se espera de un autor de cierta complejidad. Sin embargo le ha cerrado también las puertas de las salas vips de la intelectualidad europea. Le leen gentes más o menos cultas, pero citarle no unge especialmente en el selecto mundo de la alta filosofía.

El personaje que representa en los medios de comunicación parece corresponderse con su obra escrita. En las conferencias que imparte se presenta como un torbellino verboso que no parece callarse ni para reponer aliento. Como autor es de una prolijidad fluvial; ha publicado más de cincuenta libros y cada poco tiempo hay algo nuevo de él en las librerías. Aunque sus textos presentan distintos niveles de dificultad, por lo general sus argumentaciones son caóticas y repetitivas; no es fácil seguirle el hilo, comprender su sistema. Aunque, afortunadamente, el filósofo abunda en los ejemplos y opiniones epatantes que agilizan la lectura y la hacen, hasta cierto punto, entretenida.

24.3.24

Reflexiones sobre la cuestión judía

Lewis Mumford decía que un axioma de la historia es que cada generación se rebela contra sus padres y establece amistades con sus abuelos. En filosofía está claro que tras los petardos absolutos de los postmodernos, que llevan años obstruyendo la disciplina, nos sentimos necesariamente próximos a Jean-Paul Sartre, la figura paternal contra la que ellos a su vez se amotinaron.

Sartre es incómodo porque plantea que las palabras enuncian verdades, que el hombre debe luchar por su liberación, y que la sociedad puede y debe transformarse. Todo muy a la contra del cinismo deconstructivista ambiental.

Por supuesto que este filósofo nadaba en miserias morales y su deuda con la fenomenología hace algunos de sus textos ilegibles, pero muchos de sus libros, sobre todo los supuestamente menores, son de un interés imperecedero.

 

17.3.24

La ética del pensamiento

Leer hoy a Michel Foucault (1926-1984) presenta ciertas particularidades. Su influencia ha sido tal que cualquier acercamiento a sus libros nos despierta el efecto de una canción de la que ya nos sabemos la melodía. Sin embargo, si prestamos atención, descubrimos que conocíamos la melodía, pero no habíamos escuchado las letras. Un pensador tan importante y citado como él presenta un alto grado de fetichización; sus conceptos tienen amplia difusión y se acaban adulterando. Es raro, por ejemplo, encontrar un texto de filosofía política contemporáneo donde no se hable de “biopoder” o “muerte del hombre”, pero eso no quiere decir que los términos acuñados por Foucault se utilicen como fueron concebidos originalmente. En algunos casos, como en el de los filósofos Agamben o Negri, se emplean para superarlos en el mejor sentido hegeliano. Otras veces se desvirtúan un poco para servirse de ellos epistemológicamente, como en la teoría postcolonial. Las más de las veces se simplifican por militantes ajenos a la academia para ser ondeados como banderas en la revuelta (lo que seguramente hubiera agradado al filósofo, por cierto).

10.3.24

Así empieza todo

 

Vivimos tiempos en los que la política se ha convertido en un escupidero de bilis. En la esfera pública no hay nada constructivo ni ilusionante, sólo insultos y anatemas moralistas. Por eso se agradece dar con un autor al que no se le puede ubicar en ninguna bandería vigente, y que en lugar de escribir con dedo acusador se limita a analizar con sosiego los problemas actuales.

Esteban Hernández es un columnista de El Confidencial que desde hace un lustro saca un libro al año. El último es Así empieza todo. La guerra oculta del siglo XXISon diez capítulos y doscientas cincuenta páginas muy bien escritos -con algunos párrafos cincelados de hecho con gran belleza- en los que indaga en el porqué de los cambios geopolíticos actuales y cómo el Covid-19 no ha hecho más que agudizarlos, hacia dónde nos dirigimos con este nuevo orden iliberal que padecemos, la conversión en pocos años de China de país feudal a superpotencia, la irrupción del teletrabajo y la digitalización, los populismos, y la nueva cultura mainstream individualista y cínica.    

3.3.24

Aceleracionismo


3. 

Estamos en los albores de una nueva era tecnológica y la mayoría de los filósofos se encogen en posición fetal, sollozando que no quieren jugar a un juego que no entienden y del que además no van a ser protagonistas. Hay algunos de ellos sin embargo que se salen del guion y aceptan pensar desde este nuevo marco epistemológico. Son los llamados aceleracionistas, bien presentados en Aceleracionismo, una antología de la editorial Caja Negra que apareció en el 2017. Los mejores ensayos están, a nuestro parecer, al principio del libro, donde figuran los iniciadores del movimiento.

Unos quieren acelerar la desintegración del capitalismo, otros se maravillan con el mundo proteico en el que habitamos. De entre estos últimos destaca Nick Land, que es el primero y más pujante de esta corriente y contra el que piensan todos los demás. En Aceleracionismo encontramos dos textos suyos. “Colapso” y “Crítica del Miserabilismo Trascendental”.