7.1.24

Cooperativismo y el distributismo

 

Las fiestas navideñas se acaban y nos arrojamos de nuevo a una realidad política crispada, extraña y, en cierta manera, caricaturesca. Frente a la avalancha de malas noticias y recibos de la luz estratosféricos podemos consolarnos planteando cambios en la forma de dirigir la economía, a sabiendas de que no servirá para nada, porque nuestro hilo de voz es débil y los superseñores del capitalismo financiero tienen el megáfono.  

Al menos, creo yo, merece la pena pensar sobre ello. Es una buena ocupación que podrían tener los filósofos. En lugar de perder el tiempo con los galimatías heideggerianos, que a nadie importan, se podrían crear cursos de doctorado o grupos de investigación sobre la viabilidad del cooperativismo y el distributismo.

1.   Wikipedia dice que la Corporación Mondragón es el primer grupo empresarial del País Vasco y el décimo de España. Sin embargo no hay mucha bibliografía sobre ella. De hecho, el único libro que he encontrado disponible en internet es Buscando un camino. Don José María Arizmendi-Arrieta y la experiencia cooperativa de Mondragón de Jesús Larrañaga, que es del año 1981.

Que un fenómeno tan curioso de la economía nacional no despierte más interés resulta extraño. Se supone que en su momento fue una iniciativa innovadora, por lo que amerita al menos que se hable más de ella. De hecho sigue funcionando con más o menos éxito y tiene presencia en otros países.

Wikipedia enumera dos grandes inconvenientes de la Corporación. El primero es que carece de agilidad para adaptarse a nuevos desafíos (pero lo mismo podríamos decir de El Corte Inglés, que no supo prever el mundo del delivery y ahora cierra tiendas y sobrevive como puede).  El segundo es la acusación de que algunas subcontratas no responden a la filosofía participativa (pero aun así es mucho más amable y democrática que Amazon). Ambos reproches nos parecen interesados y no justificarían el silencio que ha caído sobre Mondragón.

Tiene un pecado original de nacimiento, y es que sólo pudo ser posible en la autarquía franquista, que le permitió crecer sin competencia inicial, y que se le debe a un sacerdote, lo que puede hacer que despierte inquinas. Tampoco es una empresa unicornio que cotice oceánicamente en la Bolsa, algo que entusiasmaría a muchos, y a la vez sigue siendo una manera de domesticar al capitalismo, no de destruirlo, como sueñan desde sus casoplones de lujo tantos progres que están al mando de los media.

Su querencia vasquista también puede llevar a pensar que es un fenómeno vinculado a la tramontana cantábrica, pero de hecho esto queda desmentido en el propio libro, que se contradice en este sentido. La primera parte es, en efecto, una oda al imaginario aranista, y da a entender que Mondragón sólo es posible en el País Vasco, pero luego en la segunda parte explica que el valle donde se ubica era carlista y hostil a la industrialización, que tuvieron que ser los ingleses los que metieron con calzador las fábricas, y que los trabajadores de las mismas fueron siempre maketos de ideología socialista.

Arizmendiarrieta (1915-1976), el creador del invento, no escribió ningún tratado. Pero si expuso su pensamiento en varios panfletos y hojas internas de la Corporación. En este libro aparecen bastantes citas suyas que son interesantes; semejan a las del libro rojo de Mao, pero sin anunciar genocidios, solo eficacia empresarial y participación social.

El sacerdote era lector de Mounier y trató de llevar el personalismo cristiano a la producción industrial.

Insistió mucho en la formación permanente de los trabajadores para poder lidiar con los inevitables cambios de paradigma. También propugnaba que la democracia era el triunfo de la mayoría, y que no se podía estar siempre pendiente de las inevitables minorías revienta asambleas. Hay un párrafo en el que dice que no hay que caer en el individualismo, pero sí exigir la máxima responsabilidad individual; aunque en general es partidario de unir a la sociedad en proyectos ilusionantes como éste, quiere crear una comunidad cohesionada. Más adelante Arizmendiarrieta argumenta que para que la Corporación sea viable económicamente tiene que tener una caja de ahorros que no funcione como un banco normal. También tiene unas líneas un poco unamunianas, en las que insinúa que más que invertir en investigación, lo que hay que hacer es copiar lo que otros investiguen, o sea, que inventen ellos…    

El modelo Corporación Mondragón es exportable a otros puntos de la geografía; en este libro queda claro que no parece que tenga que ver con el RH negativo. La pregunta entonces es por qué no crear dos, tres, muchos Mondragón, que esta forma de economía se expanda por el país. Vivimos un tiempo en la que de la clase media hacia abajo cada vez vivimos peor. Los salarios se estancan. Mucha pequeña y mediana empresa sólo puede contratar empleados si les paga una miseria. El Estado responde considerando una prioridad importar trabajadores que sí acepten esas condiciones.  Igual una opción sería tender hacia las cooperativas, que esos empleados sean propietarios de la empresa.

 

2.   Sergio Fernández Riquelme, profesor de la Universidad de Murcia, director de La Razón Histórica y autor de varios libros, acaba de publicar Distributismo. La economía social de Chesterton en la editorial Letras Inquietas

El libro es pedagógico y claro, en él podemos seguir el hilo histórico de esta propuesta ética para humanizar la economía que surgió a finales del siglo XIX a partir de la doctrina social de la Iglesia Católica, y que en la Inglaterra de la época tuvo un especial desarrollo teórico entre los católicos G.K Chesterton y H. Belloc.

Básicamente el distributismo busca extender la propiedad entre toda la ciudadanía, o sea, que el ideal del capitalismo no se reduzca a una minoría oligárquica que controle toda la producción, pero evitando en todo momento la tentación estatista de los colectivismos varios que tantos estragos han causado en Europa. Es un camino medio entre el liberalismo y el socialismo en el que cada persona es dueña de su trabajo, su casa y su vida. Se vertebra en la familia y en la comunidad, y su visión antropológica es hondamente cristiana.  

Su condición de proyecto católico en un contexto religioso hostil, y su incapacidad para encontrar una posición clara entre sus adversarios políticos, llevó al distributismo a ser una corriente no del todo madura, más voluntarista que viable, que no ha tenido un gran peso en el mundo intelectual occidental. Aunque ha habido, como nos cuenta nuestro invitado, algunos epígonos y cierto resurgir en el mundo anglosajón, pero, paradójicamente, en los países católicos el distributismo es un gran desconocido.

De cualquier manera, el caos que provoca la acumulación depredadora del capitalismo financiero nos lleva a despolvar los viejos libros de Chesterton buscando otra forma de entender la economía. Los tiempos que vivimos parecen darle la razón.

Y para este viaje de descubrimiento teórico Sergio Fernández Riquelme es un guía de excepción.

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