7.12.24

Contra la democracia

Hay libros que no son especialmente buenos, pero tienen a su favor que conectan con lo que se murmura en las calles. Contra la democracia del norteamericano Jason Brennan tributa como ejemplo de esto. Escrito antes del primer triunfo de Trump o del Brexit, pero con la percepción de que algo funcionaba mal desde hacía tiempo en los sistemas democráticos, estos resultados electorales inesperados lo convirtieron en un fenómeno sociológico en los países anglosajones. También se ha publicado en nuestro país.

El libro carece de argumentos sólidos y de una bibliografía potente; tiene algo de panfleto que realmente no se toma en serio a sí mismo, pero sin duda es desafiante y desordena muchos tropismos ideológicos. Sabe cómo ser polémico; aunque menos de lo que esperaba el autor, que confiesa en el prólogo que cinco años atrás este libro no hubiera despertado interés.

30.11.24

Elogio del olvido


"Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo". La celebérrima sentencia de George Santayana encabeza la contraportada de la edición española del Elogio del olvido de David Rieff.  No podría estar mejor elegida. En principio parece una idea indiscutible, sensata y humanista: hay que recordar las barbaridades de nuestros antecesores para no volver a cometerlas. Por supuesto, bien pensado, también porta un reverso siniestro, ya que los recuerdos colectivos no existen, son constructos sociales. Personalmente recordamos más o menos verazmente; desde un punto de vista histórico "recordamos" lo que los señores con dinero y pistolas quieren que tengamos por nuestro pasado. La memoria es por definición subjetiva y personal, hacerla colectiva es una narrativa de poder interesada.

O dicho de otra manera: si no lo hemos sufrido en nuestra carne es que nos lo han contado y por lo tanto hay que sospechar. Si no lo hemos vivido tenemos estar precavidos, el pasado puede ser una mentira interesada.

23.11.24

De cero a uno

 

Quien tenga algo de conocimiento sobre política estadounidense encontrará bastante decepcionante los análisis que hace la prensa española de la victoria de Trump. Dicho francamente, unos profesionales que cobran por informar tendrían que ser capaces de ir un poco más allá de la monserga de que es un fascista que recurre a las fake news, o el absurdo ése de que el pueblo americano no está listo para votar a una mujer de color. Algunos medios de comunicación en lengua inglesa empero están sacando muchos artículos y reportajes explicando de manera admirablemente ponderada lo que ha sucedido, que es ciertamente complejo y poco susceptible de simplificaciones infantiloides.   

Lo cierto es que los republicanos han ido a las elecciones con un mensaje claro e ilusionante, mientras que los demócratas no tenían ninguna propuesta viable y se han limitado a pontificar que ellos eran moralmente superiores que el aprendiz de dictador gordo y con el pelo naranja. Los primeros hablaban desde la sufriente realidad cotidiana y los segundos desde la elitista ideología progresista de las clases altas.

 

17.11.24

René Girard, de la ciencia a la fe

René Girard (1923-2015) era francés pero su vida académica se desarrolló en Estados Unidos. Su nombre no suena todavía a celebridad intelectual, pero fue muy respetado por grandes pensadores del siglo XX y en la actualidad su obra tiene una creciente repercusión en distintas disciplinas de las ciencias sociales. Paul Ricoeur dijo de él que "será de la misma importancia para el siglo XXI que Marx o Freud para el XX".

Si tratamos de resumir su pensamiento en dos brochazos mal dados, diremos que la piedra angular del mismo es la teoría mimética. Algo que separa al hombre del animal es que el hombre es mucho más mimético; se forma desde su nacimiento copiando a otros.

Para Girard podemos aprender más sobre la condición humana en la literatura que en la filosofía, ya que los grandes novelistas supieron ver mejor que los filósofos que el deseo mimético guía nuestros comportamientos. El deseo no es unidireccional (sujeto-objeto) como siempre se ha creído. Necesitamos de un agente externo, un mediador, que nos diga lo que desear, y lo hace deseándolo él antes. La fricción por ese objeto de deseo deriva entonces en enfrentamiento, ya que ahora hay dos candidatos para un objeto. Si generalizamos esta lucha mimética dentro una agrupación humana la tensión es incontenible.

10.11.24

El tiempo de una vida

Juan José Sebreli ha muerto a principios de mes. Por supuesto al enterarme me he lanzado a releer su autobiografía, El tiempo de una vida, que publicó en el 2005.

No es un libro solo apto para los que le veneramos como pensador. De hecho hay poca divagación filosófica. Es más bien la historia de una vida, un tiempo y un país; además está muy bien escrito. Empieza contando su infancia en Buenos Aires, en una familia hispano-italiana de inmigrantes, pero sin poetizar nada relativo al tema; como buen sartriano, no quiere tener orígenes, se niega a considerarse una genealogía. Luego habla de su adolescencia y el descubrimiento de su homosexualidad. También de sus años de formación existencialista; el nacimiento de su conciencia política, primero como peronista, luego y definitivamente como enemigo de cualquier forma de populismo. Entre sus amistades destaca a Carlos Correas y Óscar Masotta (éste último es el responsable del desembarco de la plaga lacaniana en España, por cierto). Más adelante narra cómo creó el Frente de Liberación Homosexual, y cómo malvivió en las sucesivas dictaduras del país. Y sobre todo describe su extrañamiento en el ambiente cultural porteño, tan encorado hacia formas de irracionalismo, y defiende su propio enraizamiento en el pensamiento filosófico europeo de los años cincuenta, con Sartre como padre intelectual, y Hegel y Marx como principales referentes históricos.  

2.11.24

Por qué fracasan los países

Cuenta el imprescindible historiador Tuñón de Lara que las oligarquías latifundistas españolas del siglo XIX se opusieron a la industrialización bajo el motto de “o el petróleo o nosotros”. Maliciaban que ellos serían los reyes del mambo mientras la sociedad española fuera subdesarrollada y analfabeta; en el momento que aparecieran los trenes, las fábricas y las ciudades, pasarían a ser un mero estorbo con vestidos caros (Sus predicciones fueron acertadas, como sabemos).

Ahora nuestra casta anda un poco en las mismas. En los últimos cuarenta años España ha tenido sucesos trágicos pero ningún problema realmente desestabilizador. No había impedimentos para haber creado emporios tecnológicos, fomentar la cohesión social, diluir las tensiones regionales en aras de una integración supranacional, mejorar la educación y los medios de comunicación…Pero no, nuestras élites eligieron rompernos como sociedad y forzar a nuestros mejores jóvenes a emigrar.

26.10.24

Ética para máquinas

La filosofía se ha perdido en disquisiciones lingüísticas y en conceptualizar lo inobservable, o sea, se ha convertido en mera jerigonza autoreferencial. El star system de autores prestigiados es bastante insufrible y poco aporta ya al conocimiento de la realidad del mundo. Así, mientras tenemos computadoras que se comunican entre sí desarrollando un lenguaje propio e inaccesible a los humanos, en las facultades de filosofía lo que se considera prioritario es debatir sobre cuánto idealismo hay en la fenomenología de Husserl o si el último Foucault era un malvado neoliberal.

Sin embargo hay corrientes marginales en la academia (y que afortunadamente a veces tienen repercusión en los medios mayoritarios) que sí debaten temas cruciales.

Por ejemplo hay pensadores que reflexionan sobre la tecnología y aportan unas ideas de gran profundidad. Lo hacen, claro, saliendo del cul de sac intelectual que impuso el mediocre de Heidegger, con sus hilarantes chascarrillos en torno a un martillo, y prefieren dialogar con pensadores de más enjundia, como Lewis Mumford o Hans Jonas.

 

20.10.24

En búsqueda del sentido

La filosofía política está en un ínterin. No sabemos hacia dónde irán sus debates, pero tenemos la certeza de que mucho de lo que hasta ayer era vigente hoy ha pasado a ser objeto de estudio para la historia de la disciplina. Desde luego no parece muy aventurado dar por finiquitada a la corriente neogramsciana de Ernesto Laclau y otros. Está claro que los juegos de poder, y lo de la hegemonía y el control propagandístico, no vale para nada si cuando llegas al gobierno eres un político mediocre y demagogo. Ni un géiser de “significantes vacíos” puede tapar la ineptitud para la gestión pública.

Lo que sí que sería complicado es saber hacia dónde irán ahora estas disquisiciones. Viendo los visos que está tomando la situación, igual sí puede suceder que algunos autores no especialmente famosos pasen a tener un nuevo protagonismo. Si la política se convierte en “una dialéctica de lucha entre Estados”, por decirlo con palabras de Gustavo Bueno, y se trata de resistir desde el Estado-nación, igual Enrique Dussel, recientemente fallecido, por ejemplo, se convierte en una referencia.

12.10.24

James Burnham contra las élites gerenciales

James Burnham (1905-1987) es uno de los grandes teóricos del conservadurismo nacional estadounidense. Fue un profesor de filosofía de la Universidad de Nueva York que empezó siendo un joven militante socialista, muy activo políticamente y amigo de Trosky, y acabó siendo el más acérrimo anticomunista del muy anticomunista Departamento de Estado de los Estados Unidos. Sale retratado extensamente en el libro La CIA y la guerra fría cultural de Frances Stonor Saunders. Allí se nos cuenta que precisamente por haber estado adscrito al comunismo en su juventud conocía bien los puntos fuertes de esta ideología y planteaba combatirla con sus mismos medios, construyendo una propaganda tan briosa o más que la soviética para vencer en un enfrentamiento que además de militar era también cultural. Fue fundamental en la estrategia estadounidense en la Guerra Fría y a él se le debe que la CIA se metiera a medrar en las universidades, el cine, el arte y demás medios de difusión cultural (el libro de Saunders, que es bastante recomendable, cuenta todo esto muy bien).

29.9.24

Sigmaringa contra Savater


Zizek dice en Acontecimiento que la filosofía de hoy se parece a los últimos funcionarios de Vichy refugiados en el castillo de Sigmaringa, al sur de Alemania, poco antes del fin de la II Guerra Mundial. Completamente derrotados e ignorados por todo el mundo, estos burócratas se dedicaban a escribir compulsivamente proclamas y decretos administrativos suponiendo que tantos papelajos les iban a devolver un poder que ya habían perdido definitivamente. Zizek sostiene que los filósofos también actúan de esa manera: publican y publican teorías irrelevantes que a nadie le importan y pretenden así que todavía tienen una autoridad en la que ya sólo creen ellos mismos.  
Podríamos hablar por ello de Filosofía Sigmaringa. Una filosofía inútil, espectral, sin audiencia, autofágica, que además se cree importante; una filosofía que pretende estar reflejando la realidad en sus juegos lingüísticos cuando la realidad está ya muy por delante y mejor analizada por otras disciplinas.  
La Filosofía Sigmaringa -un nombre oportunamente alemán, plúmbeo y hasta algo ridículo, o sea como la filosofía idealista- desecha a los pensadores que llegan al gran público y que por ello tienen influencia social. Le gusta más ser un teatro chinesco en su castillo y reinar sobre sus pocos acólitos en lugar de llegar a audiencias más generalistas.

21.9.24

Los Noventa

 

Chuck Klosterman es uno de los pocos autores a los que guardo lealtad; creo que he leído todo lo que ha publicado, incluso lo que no está traducido. No es particularmente conocido en España. Si tuviera que explicarle a un lego qué tipo de cosas escribe este fulano lo ejemplificaría así: “Imagínate una fotografía en la que se ve a Lady Gaga, a Elon Musk y a Kim Jong-un sonrientes en un strip-club de Moldavia… Bien, pues Klosterman es el tipo que tras ver esta estampa escribiría un libro centrado en el bigote del camarero que aparece casi fuera de foco sirviéndoles la bebida”.

Los Noventa es el último libro suyo que ha aparecido en nuestro país. Es de no ficción, como toda la obra del autor, pero esta vez no es una selección de artículos independientes, que es lo que suele ser habitual. Tampoco es una biografía aunque tenga algo de biográfico. Es un ensayo unitario de más de cuatrocientas páginas que, como el título indica, nos sumerge en esa década que empezó con la caída del Muro de Berlín en el año 1989 y terminó con el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre del 2001.

15.9.24

El final de la aventura

No vivimos en los tiempos más felices; hay una grisura ambiental que aflige el ánimo. La postmodernidad ha cumplido su misión al servicio del capitalismo financiero, y ha dejado un páramo de comunidades rotas e individualidades desesperanzadas. Las masas desdichadas se dejan arrastrar por el desierto de su cotidianeidad, tal vez anhelando un grito emancipador que toque a rebato.

Nuevos cultos emergen para llenar el vacío, pero son ineficaces. Lo woke, por ejemplo, que es hegemónico pero no mayoritario, otorga plenitud existencial a capas importantes de la población, que les basta con sentirse identitariamente reconocidas por el poder sin necesidad de mejoras económicas. Pero es más la gente que se considera denigrada por este discurso que la que integra, y así nunca podrá vertebrar la convivencia de todos. Al contrario, lo que hace es dividir a la sociedad entre los que viven en un mundo ideológico y los que viven en el mundo real.

8.9.24

La conspiración contra la especie humana


Paralelamente a los caminos reales, por donde transitan de siglo a siglo artefactos e ideas, hay secretas sendas por donde se deslizan en el tiempo los emisarios de agonías.
Nicolás Gómez Dávila

El corpus teórico del Nuevo Nihilismo -o también conocido como Realismo Especulativo- empezó a cristalizar en el año 2007 en la Universidad de Londres, a raíz de unas conferencias donde se defendía la necesidad de orillar intelectualmente, de una vez y para siempre, al humanismo y cualquier forma de antropocentrismo. Sus representantes (Eugene Thacker, Ray Brassier, Reza Negarestani…) son académicos bastante bien formados en la tradición filosófica, con amplios conocimientos de cultura mainstream y especial devoción por el género de terror, que consideran que es el ámbito de la ficción que mejor expresa el sinsentido de la existencia humana (H.P. Lovecraft y su concepción del “horror cósmico” el su referente más señero).

1.9.24

La mente naufragada

Los libros de teoría política anglosajona tienen por lo general bastantes inconvenientes. Muchas veces no son más que páginas de relleno en torno a una idea potente, o incluso un tweet, y podrían haberse quedado en un breve artículo. Otras veces son demasiado circunstanciales y en una semana, cuando caduca el trending topic que comentan, ya son inútiles. Pero sobre todo, el principal problema con estas obras es que encontramos más conocimiento en una nota a pie de página de cualquier escrito de alguien como Dalmacio Negro, por ejemplo, y la vida es corta y hay que priorizar las lecturas.

Así que no encarábamos la lectura de La mente naufragada. Reacción política y nostalgia moderna de Mark Lilla con mucho entusiasmo. Y sin embargo tenemos que reconocerle que el libro tiene su miga, aunque no tan sabrosa como para desordenarnos completamente los prejuicios.

25.8.24

Manifiesto redneck

Jim Goad (n. 1961) es un escritor norteamericano que no parece la mejor de las personas. Es más, si una décima parte de lo que se cuenta en su perfil de la wikipedia fuera cierto podríamos calificarle sin miramientos como abyecta escoria humana. Pero lo que nos trae aquí no es su lamentable desempeño vital sino su primer y potentísimo libro, el Manifiesto Redneck.

Este libro-sismógrafo se publicó en Estados Unidos en 1997 y sólo recientemente ha aparecido en nuestro idioma. Este lapso de tiempo sin embargo sirve para que comprobemos cuánto del terremoto político que predecía se ha ido convirtiendo en una realidad social innegable. Y si bien no somos estadounidenses, podemos aseverar que Goad acierta; al menos por lo que cuentan los noticieros. También damos fe de que es posible traducir muchos de sus vaticinios al devenir de nuestro propio país. A veces está bien este juego de espejos, y renta analizar lo que sucede en el vecindario de al lado para buscar similitudes y entender mejor así lo que pasa en el nuestro.  

18.8.24

Peter Thiel y La Derecha Tecnológica

 

Donald Trump anunció hace pocas semanas que J.D. Vance iba a ser su candidato a vicepresidente. Este senador por Ohio y autor de un libro de memorias de cierto éxito, Hillbilly, una elegía rural, no era particularmente conocido para el gran público, y los medios de comunicación oficialistas se han limitado a presentarle como un paleto machista y racista.

Vince es más bien un republicano católico que sirvió en el ejército estadounidense, y que políticamente se adscribe al conservadurismo nacional, que delinearemos a grandes rasgos como una corriente interna del conservadurismo opuesta al neoconservadurismo. El primero defiende un patriotismo aislacionista y un capitalismo vigilado para que no choque con los intereses nacionales. Los neocon, por el contrario, son partidarios del libre mercado como un fin en sí mismo y aspiran a una globalización tutelada por los Estados Unidos, manu militari si fuera preciso.

11.8.24

Philippe Muray, vocero de nuestro asco

 

Los que denuncian la esterilidad del reaccionario olvidan la noble función que ejerce la clara proclamación de nuestro asco.

                                                Nicolás Gómez Dávila

Hace algunos años el diario Le Monde anunció un índice de herejes a excomulgar. Dedicándole la portada y varias páginas del interior, y con el aterrante título de "La llamada al orden. Encuesta sobre los nuevos reaccionarios", señaló a una serie de malvados escritores que desafiaban al canon progre. De entre los conocidos por estos lares destacaban el filósofo Alain Finkielkraut, cuyo delito era sostener que los valores de la Ilustración no son negociables, o el novelista Michel Houellebecq, que hacía unos comentarios demasiado vitriólicos para oídos sensibles.

4.8.24

¡Crear o morir!

 

Andrés Oppenheimer es un liberal iberoamericano, o sea que es un tipo que no se deja mecer por los vientos hegemónicos de la región. Trabaja como periodista en la rama hispana de la CNN. También escribe libros; todos recomendables, todos muy claros y pedagógicos. El que nos traemos hoy entre manos es ¡Crear o morir!, pero muchas de las cosas que digamos de éste se pueden aplicar a otros de su catálogo, como Basta de historias o Cuentos chinos.

El género al que pertenecen es uno que nos vamos a inventar ahora mismo: “la apologética liberal”. Consiste en explicar las virtudes del liberalismo a lectores supuestamente hostiles e incrédulos, y confiar en que tanta revelación les transforme súbitamente de colectivistas en individualistas, de populistas en ilustrados, de comunistas en defensores del libre mercado.

28.7.24

La guerra imaginaria

La ciencia ficción es un género literario que no suele dar muchos puntos en las oposiciones a erudito. Se considera que es infantil, poco profunda, y sólo cotizan para el currículum algunos escritores, como Philip K. Dick o J.G. Ballard, y con la condición de que se los tenga como referencias secundarias y que el meollo de las lecturas formativas esté en otros autores más prestigiados. Por ejemplo, en una cuchipanda diletante puedes citar el contexto tecnológico de la soledad torturada de los personajes ballardianos, pero siempre que sea para ilustrar así las reflexiones heideggerianas sobre la técnica. Hay que explicitar que Ballard es meramente accesorio, y en ningún momento puedes dar a entender que es tu principal nutriente intelectual.  

Citar a Isaac Asimov entre las élites intelectuales madrileñas, huelga decir, es el equivalente a eructar en una recepción con los reyes. Nadie te lo recriminará directamente, fingirán que no ha pasado, pero verás como poco a poco todos se alejan de tu lado silenciosos e incómodos.

21.7.24

¡Lo quiero!


Paul Ricoeur predijo que René Girard sería tan importante para el siglo XXI como Marx o Freud lo fueron para el XX. Pero de momento no parece que su repercusión sea tan abrumadora como estos hitos señalados, y más que un acontecimiento intelectual que revierta súbitamente epistemologías, lo que vemos es una influencia gradual pero persistente que está permeando en los ámbitos más diversos.

Las propuestas de Girard han sobrepasado el mundo universitario y han tenido gran peso en el mundo económico, tecnológico y publicitario. Entre sus discípulos que se mueven fuera de la academia el más célebre es Peter Thiel, pope del Valle del Silicio, cuyo libro De cero a uno transpira deuda intelectual con su maestro, si bien este no aparece explícitamente en sus páginas.

14.7.24

La extraña muerte del marxismo


Paul Edward Gottfried (n. 1941) es uno de los principales referentes académicos del paleoconservadurismo o conservadurismo nacional estadounidense. De origen judío, hijo de un refugiado húngaro, formado en Yale, su director de tesis doctoral fue nada menos que Herbert Marcuse, el autor de cabecera de los movimientos contraculturales de los años sesenta. Desconocemos la biografía de Gottfried, pero por lo que él mismo sugiere, fue marxista en su juventud. No podemos afirmar que ya no lo sea. Es anticomunista y nacionalista estadounidense pero su alegato es compatible en lo metodológico con el materialismo filosófico. 

 Al menos esto es lo que podemos concluir de su único libro traducido, y el único que hemos leído. La extraña muerte del marxismo. La izquierda europea en el nuevo milenio, que se puede entender como una defensa del Marx primigenio. Publicado originalmente en el año 2005, apareció en español en el 2007, y aunque está descatalogado se puede encontrar en PDF. Es un texto que hubiera requerido de más elaboración. Se nota que está poco trabajado, pero se lee muy bien y es muy sugerente.

7.7.24

La religión gnóstica

 

Hans Jonas fue un filósofo alemán que nació en 1903 en el seno de una familia judía. Tuvo que exiliarse en Estados Unidos con el ascenso del nacionalsocialismo; allí falleció en 1993. Su biografía vadeó por las tempestades del siglo XX y su obra da razón de ello. Muy influido por la filosofía existencialista y fenomenológica, exploró temas como la vida, la libertad y la responsabilidad.

De joven tuvo como maestro a Martin Heidegger, y como es de rigor, su maduración filosófica se supone que vendría pensando contra él, pero nunca consiguió matar del todo al padre y su prosa es a menudo tan farragosa, vacía y críptica como la del viejo nazi. Aunque las propuestas de Jonas son infinitamente más interesantes y, por ejemplo, El principio de responsabilidad, su obra más reconocida tiene bajo su hojarasca heiddegeriana un gran nutriente ético.

 

30.6.24

Breviario de escolios

Hay escritores amables, accesibles, que son una lectura fácil para el metro o la sala de espera del dentista. Los leemos con gozo y nos distraen, pero raramente volvemos a ellos; no nos han conmovido realmente ni han dejado un poso en nosotros. Una vez que cumplen su misión, la de entretenernos, los dejamos en la estantería y sabemos que no nos acompañaran en la próxima mudanza. Por supuesto también tiene mérito escribir libros así, de los que llegan a todo el mundo, y además muchas veces son más interesantes que los otros, los que vienen reverenciados por la crítica como alta literatura u hondísimos ensayos trasgresores, y que son en realidad plomizos y lo único que hacen es matar la afición por la lectura.

Entremedias hay un tipo de autores inteligentes que necesitan un tiempo de maduración; requieren un leve esfuerzo lector que se recompensa con creces. Y cuando la obra que tienen es extensa y podemos dedicarle largo tiempo, se convierten poco a poco en compañeros de viaje con los que conversamos y con los que crecemos.

23.6.24

La Bestia Colmena


El músico Pablo Und Destruktion seguramente luce un nombre más celtíbero en su pasaporte, pero él prefiere presentarse bajo un rótulo que suena a grito de guerra de húsar prusiano, y como nosotros no estamos aquí para incordiar a nadie, así se queda. Realmente no nos importa cómo se llame de verdad. Sabemos que nació en Asturias, algo que no es muy meritorio porque lo hemos hecho muchos. Aunque él en cambio sigue allí y no se ha venido a Madrid, lo que sí tiene su aquél, porque no han sido tantos los que sin tener un oportuno primo en la administración local optaron por permanecer donde ya sólo se escuchan las toses carbónicas de nuestros mayores. Por su aspecto, y lo que cuenta, debió de nacer entre mediados de los años setenta y principios de los ochenta. O sea que conoció los ecos de tiempos más prósperos de la región y esos ecos electrifican sus canciones.

En caso de que tenga una fanaticada particularmente intensa, avisamos de que no sabemos gran cosa de su faceta como músico. Hemos escuchado alguna de sus letras y nos parecen buenas, o sobre todo distintas. Poco más sabemos. No somos melómanos y no distinguimos a Mozart de MC Hammer. Ante la molestia de un hilo musical ponemos el salvapantallas mental y punto. Si no hablamos de esta faceta de su vida, o lo hacemos incorrectamente, lo sentimos, pero es que nos la trae al pairo.

9.6.24

Manifiesto Conspiracionista



No nos engañemos. Ningún libro verdaderamente subversivo podría tener una distribución editorial corriente, mucho menos tributar en la sección de novedades de la Fnac. Así que contengamos nuestro furor revolucionario; la Matrix no comete errores, o no al menos errores tan burdos. Asumimos que el Manifiesto Conspiracionista no puede ser realmente tan desestabilizador como pretende.

O tal vez la Matrix está lejos de temer a minorías hiperintelectualizadas que sueñan con dinamita, y hasta le divierte jugar con este tipo de muchachada desubicada. A saber. Desde luego este libro irritará a los que militan en las narrativas del Poder y aplauden los memes gubernamentales. Y eso de momento ya es suficiente.

2.6.24

El taller de la filosofía


Jaime Nubiola es profesor de filosofía del lenguaje y metodología filosófica en la Universidad de Navarra. También es promotor allí del grupo que estudia la obra de Charles S. Peirce. Ha escrito varios libros e inúmeros artículos sobre lógica y filosofía analítica. Pero para respiro del lector poco avezado en tales disciplinas, que puede ver con prevención el libro de un filósofo con esos intereses intelectuales, El taller de la filosofía. Una introducción a la escritura filosófica es una lectura grata y pedagógica.

Nubiola ya advierte en la introducción que su libro se parece más a un manual de autoayuda que a un sesudo tratado de metodología. Ciertamente mantiene un tono cordial con sus lectores en todo momento, y más que querer epatar a colegas filósofos con jerigonza académica y obtusos razonamientos, se nota que ha tenido en mente a sus jóvenes alumnos a la hora de redactar, y busca ser para ellos un guía iluminador en las lides de la escritura filosófica.

26.5.24

Una ficción: Última tarde en el Club Cazador

 Max Argote subió una vez más al pequeño montículo que reinaba sobre la ladera oeste del antiguo Club Cazador. Como siempre hacía en aquella soledad, respiró hondo y dejó que el olor a pinaza y humedad serpenteara por sus pulmones. Con los ojos cerrados, muy sereno, evocó los años gloriosos del Club, cuando él y los otros emprendedores se bebían sus triunfos y brindaban por un futuro todavía más promisorio.

Regresó al edificio principal despacio, casi renqueante, como si realmente no quisiera llegar. Pasó al lado de la piscina, donde tanto se había divertido, y lamentó verla sin agua, repleta de sillas arrojadas por el viento y cubierta de hojas otoñales que ya formaban una viscosa capa marrón. Luego vio las estructuras para barbacoas que él mismo había financiado, ya sin las placas metálicas que seguramente algún expoliador había robado, y rememoró aquellas cenas informales e interminables con gente luminosa y prometedora.

19.5.24

La cuestión de la técnica en Ortega y Gasset




Uno de los grandes misterios de la filosofía es el orden de sus prestigios. ¿Qué hace que determinados filósofos sean reverenciados como oráculos modernos y se les cite hasta la saturación, mientras que otros de mayor mérito son arrojados al averno de los ignorados? 

Sabemos que hay una dependencia de la geografía hasta niveles obscenos, y que un galimatías manchando un papel se considerará un hito del pensamiento si viene escrito en alemán o francés, mientras que obras innovadoras y bien estructuradas pasarán desapercibidas si fueron escritas en idiomas con menor celebridad filosófica. La política juega claramente un papel principal, y el respaldo de estados fuertes explica sin duda la prevalencia de determinados autores. También está la importancia de la industria editorial, que es lo mismo que decir el peso económico del país donde publica un autor. Pero sobre todo, como factor definitivo, encontramos a las inercias intelectuales, o sea, la cobardía constitutiva de los académicos que hace que se regurgiten sin fin aparente a tres o cuatro autores con los que se sienten seguros, en lugar de desafiar los prejuicios de su casta y ampliar su horizonte intelectual con nuevos pensadores que presenten enfoques novedosos.

12.5.24

Signo de los tiempos



Iñaki Domínguez ha hecho algo a contracorriente. Su exitoso libro de debut, Sociología del moderneo, está escrito con frescura 
y presenta tesis originales sobre las vigencias sociales en la España contemporánea. Es un texto de esos que se llaman “fuente primaria”, o sea, una obra sobre la que se harán estudios y que se incluirá en pomposas bibliografías, ya que muestra puntos de vistas innovadores en fondo y forma. Toda una gesta. Es algo a contracorriente, decimos, porque este tipo de libros suelen aparecer al final de una vida dedicada al estudio, no como carta de presentación en la ciudad letrada cuando apenas le está saliendo a uno el bigote de académico.

También es raro que el segundo libro sea totalmente opuesto al anterior, o sea, divulgativo, militantemente “fuente secundaria”, y de estructura clásica. Signo de los tiempos (así, sin determinante, hasta en eso es anglosajón) son dieciséis breves ensayos sobre “Visionarios, locos y criminales del siglo XX”, como reza el subtítulo,  la mayoría norteamericanos, ninguno español, de desigual interés y extensión. Ideal como enciclopedia en la que consultar información biográfica sobre gente como Charles Manson o Phil Inspector, no aporta seguramente gran cosa como conjunto.

5.5.24

Rastacuerismo


El colombiano Rafael Gutiérrez Girardot (1928-2005) fue uno de los críticos literarios más prestigiosos del siglo pasado. Llegó a España en 1953 muy interesado por su literatura; pero pronto empezó a inclinarse por el estudio de la cultura alemana y acabó trasladándose a ese país. Aunque siguió relacionando se hasta su muerte con el mundo universitario español y enviaba contribuciones regularmente a la revista barcelonesa Quimera, por lo general muy despreciativas con todo lo peninsular.

La faceta que más ataca de los españoles es la de la “simulación majestuosa intelectual” o rastacuerismo. En el siglo XIX, nos explica, los parisinos llamaban “rastaquouére” a los extranjeros, iberoamericanos sobre todo, que se paseaban derrochadores por su ciudad sin conocerse sus “medios de existencia”. Rubén Darío le dedicará una glosa al término, que usará contra el chovinismo de los propios franceses. Gutiérrez Girardot lo reorientará contra los “intelectuales” que basan su título en aparentar un conocimiento que no tienen, siendo los españoles sus principales representantes.

28.4.24

Discurso de los métodos de la filosofía y la fenomenología realista

 

Con la obra de René Girard aprendemos muchas cosas. Una de ellas es que la ciencia política es un tanto superficial, porque antes de la política está lo prepolítico, que es lo verdaderamente decisivo. Por ello no tenemos tanto que enfrascarnos en estomagantes debates sobre liberalismo o socialdemocracia, o monarquía o república, sino remitirnos a los mecanismos sociales previos a toda formulación teórica y definir qué mueve a los hombres a comportarse de una manera determinada. Elaborar una sesuda argumentación en defensa de un sistema político determinado sin nociones prepolíticas previas sería, dicho en plan mundano, construir la casa por el tejado.

Nosotros creemos que con la filosofía pasa lo mismo: antes de la filosofía está la prefilosofía. Es importante discernir si una propuesta filosófica es acertada o no, aunque en una disciplina no falsable como ésta a menudo la conclusión depende más de la capacidad retórica del ponente o de la decisión de quien tenga mando en plaza. Pero también tenemos que ir más allá y entender qué motiva a un filósofo, por qué surge una filosofía en un momento y lugar determinado, qué mecanismos miméticos -en sentido girardiano- hacen que los filósofos acaten una filosofía y no otra tal vez más elaborada, y qué estructuras del poder político, académico o editorial privilegian unas filosofías y opacan otras igualmente sugestivas.

21.4.24

La luz que se apaga

Francis Fukuyama publicó El fin de la historia y el último hombre en 1992, y vapulearle por ello se convirtió en expresión de decoro intelectual. Hoy sin embargo lo vemos como un libro brillante que encapsuló su tiempo en conceptos, como pedía Hegel. Que ahora sus planteamientos hagan aguas por todas partes, lejos de ser un motivo de regocijo, provoca zozobra y nos demuestra que vivimos en tiempos inquietantes, porque no olivemos que Fukuyama era esperanzador y veía a la democracia liberal como definitivamente triunfante tras el colapso de la URSS. De hecho, otro libro de por aquél entonces, más beligerante y mucho menos optimista, parece haber profetizado con más tino, El choque de civilizaciones de Samuel Huntington. 

Ambos libros aparecen profusamente referenciados en La luz que se apaga, escrito a cuatro manos por el búlgaro Ivan Krastev y el estadounidense Stephen Holmes, y que tiene el diciente subtítulo de “Cómo Occidente ganó la Guerra Fría pero perdió la paz”. Su ámbito de estudio se encuadra dentro de la cada vez más extensa bibliografía sobre el post-liberalismo, al que parece que estamos inevitablemente abocados, y que en la academia anglosajona ya es el principal tema de preocupación de la filosofía política.     

14.4.24

Identidad

Hace un par de años apareció en la editorial Deusto Identidad. La demanda de dignidad y las políticas del resentimiento de Francis Fukuyama. Realmente este libro es una breve revisión de una de las partes más interesantes de una obra suya anterior, más densa y conocida, El fin de la Historia y el último hombre, que es de 1992, y que desde su publicación fue injustamente vapuleada, en gran parte, como explica el propio autor en la introducción de Identidad, porque nadie se tomó la molestia de leer más allá del título.

Da un poco de vergüenza tener que explicar todavía hoy a sus críticos que cuando Fukuyama hablaba del fin de la historia no quería decir, evidentemente, que tras el derrumbe de la Unión Soviética iban a dejar de pasar cosas, sino que la “Historia” -así con mayúsculas, en sentido hegeliano- con grandes combates dialécticos, catálogo de ideologías para elegir y distintas fases de desarrollo humano, sí se había terminado, porque la democracia liberal pasaba a ser el único sistema legítimo para Occidente. Su error, que él mismo reconoce, fue creer que la democracia liberal no tenía marcha atrás y que la globalización acabaría democratizando a todos los países, cuando es evidente que nada de esto tiene por qué ser así.

7.4.24

El mundo interior del capital


Peter Sloterdijk (1947) es un filósofo alemán leído y afamado, tal vez uno de los más célebres de la actualidad. Adquirió cierta resonancia mediática a raíz de su polémica con Jürgen Habermas sobre el tema de la selección genética entre humanos. Sloterdijk era partidario de suavizar el piloto automático con el que en Europa se rechaza sistemáticamente todo lo que pueda semejar con los postulados eugenistas, y defendió la intervención científica para originar nuevos seres humanos sin enfermedades ni taras genéticas; Habermas, un teórico frankfurtiano epígono de cierta moralidad entre ilustrada y marxista, se oponía a ello con ahínco.

Su gran obra empero es su serie de las Esferas, que desde luego no es una lectura para profanos. Se trata nada menos que de un intento por repensar filosóficamente el mundo actual. 

31.3.24

Pedir lo imposible

Slavoy Zizek (Liubliana, 1949) es un filósofo carismático. Su particular forma de exponer sus teorías, a veces con chistes o basándose en películas, le ha ayudado a llegar a audiencias más amplias de lo que se espera de un autor de cierta complejidad. Sin embargo le ha cerrado también las puertas de las salas vips de la intelectualidad europea. Le leen gentes más o menos cultas, pero citarle no unge especialmente en el selecto mundo de la alta filosofía.

El personaje que representa en los medios de comunicación parece corresponderse con su obra escrita. En las conferencias que imparte se presenta como un torbellino verboso que no parece callarse ni para reponer aliento. Como autor es de una prolijidad fluvial; ha publicado más de cincuenta libros y cada poco tiempo hay algo nuevo de él en las librerías. Aunque sus textos presentan distintos niveles de dificultad, por lo general sus argumentaciones son caóticas y repetitivas; no es fácil seguirle el hilo, comprender su sistema. Aunque, afortunadamente, el filósofo abunda en los ejemplos y opiniones epatantes que agilizan la lectura y la hacen, hasta cierto punto, entretenida.

24.3.24

Reflexiones sobre la cuestión judía

Lewis Mumford decía que un axioma de la historia es que cada generación se rebela contra sus padres y establece amistades con sus abuelos. En filosofía está claro que tras los petardos absolutos de los postmodernos, que llevan años obstruyendo la disciplina, nos sentimos necesariamente próximos a Jean-Paul Sartre, la figura paternal contra la que ellos a su vez se amotinaron.

Sartre es incómodo porque plantea que las palabras enuncian verdades, que el hombre debe luchar por su liberación, y que la sociedad puede y debe transformarse. Todo muy a la contra del cinismo deconstructivista ambiental.

Por supuesto que este filósofo nadaba en miserias morales y su deuda con la fenomenología hace algunos de sus textos ilegibles, pero muchos de sus libros, sobre todo los supuestamente menores, son de un interés imperecedero.

 

17.3.24

La ética del pensamiento

Leer hoy a Michel Foucault (1926-1984) presenta ciertas particularidades. Su influencia ha sido tal que cualquier acercamiento a sus libros nos despierta el efecto de una canción de la que ya nos sabemos la melodía. Sin embargo, si prestamos atención, descubrimos que conocíamos la melodía, pero no habíamos escuchado las letras. Un pensador tan importante y citado como él presenta un alto grado de fetichización; sus conceptos tienen amplia difusión y se acaban adulterando. Es raro, por ejemplo, encontrar un texto de filosofía política contemporáneo donde no se hable de “biopoder” o “muerte del hombre”, pero eso no quiere decir que los términos acuñados por Foucault se utilicen como fueron concebidos originalmente. En algunos casos, como en el de los filósofos Agamben o Negri, se emplean para superarlos en el mejor sentido hegeliano. Otras veces se desvirtúan un poco para servirse de ellos epistemológicamente, como en la teoría postcolonial. Las más de las veces se simplifican por militantes ajenos a la academia para ser ondeados como banderas en la revuelta (lo que seguramente hubiera agradado al filósofo, por cierto).

10.3.24

Así empieza todo

 

Vivimos tiempos en los que la política se ha convertido en un escupidero de bilis. En la esfera pública no hay nada constructivo ni ilusionante, sólo insultos y anatemas moralistas. Por eso se agradece dar con un autor al que no se le puede ubicar en ninguna bandería vigente, y que en lugar de escribir con dedo acusador se limita a analizar con sosiego los problemas actuales.

Esteban Hernández es un columnista de El Confidencial que desde hace un lustro saca un libro al año. El último es Así empieza todo. La guerra oculta del siglo XXISon diez capítulos y doscientas cincuenta páginas muy bien escritos -con algunos párrafos cincelados de hecho con gran belleza- en los que indaga en el porqué de los cambios geopolíticos actuales y cómo el Covid-19 no ha hecho más que agudizarlos, hacia dónde nos dirigimos con este nuevo orden iliberal que padecemos, la conversión en pocos años de China de país feudal a superpotencia, la irrupción del teletrabajo y la digitalización, los populismos, y la nueva cultura mainstream individualista y cínica.    

3.3.24

Aceleracionismo


3. 

Estamos en los albores de una nueva era tecnológica y la mayoría de los filósofos se encogen en posición fetal, sollozando que no quieren jugar a un juego que no entienden y del que además no van a ser protagonistas. Hay algunos de ellos sin embargo que se salen del guion y aceptan pensar desde este nuevo marco epistemológico. Son los llamados aceleracionistas, bien presentados en Aceleracionismo, una antología de la editorial Caja Negra que apareció en el 2017. Los mejores ensayos están, a nuestro parecer, al principio del libro, donde figuran los iniciadores del movimiento.

Unos quieren acelerar la desintegración del capitalismo, otros se maravillan con el mundo proteico en el que habitamos. De entre estos últimos destaca Nick Land, que es el primero y más pujante de esta corriente y contra el que piensan todos los demás. En Aceleracionismo encontramos dos textos suyos. “Colapso” y “Crítica del Miserabilismo Trascendental”.

25.2.24

El poder de los sin poder

Supongo que la mayoría de nosotros tenemos a las novelas de Milan Kundera como principal referencia de la Checoslovaquia comunista. Mucho más no sabemos, y se ha hecho un poco tarde para ir a comprobar en persona cómo era la vida allí. Así que lo que creemos saber es que era una dictadura no del todo criminal y no del todo paupérrima, pero donde había un estricto control político de las esferas pública y privadas, control que se ejercía mediante la omnipresencia de la propaganda y el chantaje emocional -el celebérrimo kitsch- que obligaba a comportarse de una manera determinada tanto en la calle como en el dormitorio. El castigo por desobedecer tanta emocionalidad socialista era la cárcel o el exilio.

18.2.24

Imitación del hombre

La cosa fue más o menos así. Hace mucho tiempo unos simpáticos cavernícolas dejaron atrás su animalitas, e imaginaron una red de significados cada vez más amplia y compleja que acabó rigiendo sus vidas.

Es lo que hoy llamaríamos el amanecer de la cultura humana.

Explicar el porqué de este amanecer y de su desarrollo es muy complicado. Durante más de dos milenios tuvieron vigencia las narraciones helénico-cristianas, pero desde el siglo XIX priman las interpretaciones antropológicas, que todavía hoy intentan darnos una explicación convincente del origen de la cultura. Para ello suelen coger un instinto un poco al azar y darle prevalencia. Por ejemplo, para los marxistas todo empezó por el instinto natural de proveerse de medios materiales de subsistencia; la cultura vendría de ahí. Para Freud lo libidinal será lo determinante. Nietzsche, por el contrario, defenderá que el instinto definitorio es el de dominio sobre los otros, mientras que Cassirer apostará por la tendencia innata hacia lo simbólico…

11.2.24

¿Creen los filósofos laicos en las revelaciones?

José Ortega y Gasset vivió siempre en la “acatolicidad”. En todos sus textos hay una visión inmanente de la existencia y los escasísimos guiños que hace a los creyentes son más de índole político que teológico. Es difícilmente discutible que su compromiso intelectual fue con el liberalismo laico. Sin embargo hay unos intentos un tanto grotescos por parte de algunos discípulos católicos por presentar a un Ortega finalmente retornado al seno de la madre Iglesia; el gran argumento es que aparentemente en su lecho de muerte aceptó la presencia de un cura. Frente a toda una vida conscientemente agnóstica, que en esos últimos minutos de ocaso tal vez besara una cruz o algo por el estilo impugnaría, según estos planteamientos, la supuesta laicidad de todo su corpus teórico y habría que releer toda su obra desde el prisma de una religiosidad latente.

4.2.24

Trilogía de la Fundación

 

Uno de mis mayores arrepentimientos es no haber leído más ciencia ficción cuando era adolescente. Y es que los afanes de pasar por intelectual me limitaron la existencia desde muy temprano. Como quería ir de profundo me paseaba por ahí con libros de Spinoza, pretendiendo que los entendía, en lugar de disfrutar como los dioses mandan con las buenas aventuras intergalácticas de serie b.

A mis años estoy intentando enmendar el error, más que nada para recomendarle libros interesantes a mi prole, pero es tarde para mí. Ya no leo en carne viva, sumergiéndome en lo que me cuentan las novelas y habitando en esos otros mundos que describen. Ahora lo hago con espíritu crítico, buscando los significados y alegorías de las historias. He perdido la capacidad de emocionarme, aunque he ganado la posibilidad de entender serenamente lo inteligentes y enriquecedores que son muchas novelas que antes ninguneaba.