30.7.23

Las aventuras de la vanguardia


Juan José Sebreli es un prolífico autor argentino de distribución un tanto irregular en España; varios de sus libros no han llegado aquí. Los que sí están son los tres que conforman su trilogía en defensa de la modernidad: El asedio a la Modernidad, volumen inaugural que se centra en la política, El asalto a la razón, sobre la filosofía anti-moderna, y Las aventuras de la vanguardia, que estudia a las vanguardias alzadas contra lo que paradójicamente las han hecho posibles. Hay un cuarto libro, independiente pero que también sigue el hilo, llamado Dios en el laberinto, en el que cartografía la situación de la religión en nuestro tiempo.
Las aventuras de la vanguardia es la única de estas obras que lastimosamente no ha tenido reediciones en papel desde su aparición, ya en el 2002, pero se puede encontrar en versiones digitales. Es un libro extenso y erudito en el que Sebreli demuestra su buen hacer y su compromiso con la modernidad liberadora promulgada por Jürgen Habermas y otros filósofos afines, una modernidad que esté enraizada en la Ilustración y sea refractaria a los irracionalismos tanto antiguos como postmodernos.

22.7.23

Dos libros en primera persona sobre la muerte



1.
Tal vez el lugar común por excelencia sea la muerte. Nuestros seres queridos se mueren, nosotros nos morimos; la muerte siempre aguarda. Somos la única especie que desde su origen remoto sabe que esto se termina. No porque tenga un vago instinto que le avisa de que corra al ver al león, sino que racionaliza y es consciente de que cuando aparece el león todo puede volverse oscuridad, y entonces ya no habrá mañana en el que abrazar a los hijos o contemplar el sol ponerse desde la colina.
Las religiones han cumplido muy bien durante milenios a la hora de contarnos lo que es la muerte y narrarnos hermosos cuentos que nos ayuden a sobrellevarla. Pero ahora ya no están y nadie nos susurra palabras salvíficas. Nunca habrá un relato ateo de la muerte que nos convenza realmente. Los intentos de la filosofía en el siglo XX por hacerlo han sido necesariamente patéticos.
El león ahora nos da mucho más miedo, lo que no quiere decir que añoremos las canciones de cuna.
Sin necesidad ni de regodearse mórbidamente en un tema que no tiene por qué ser central en la vida, ni evitarlo radicalmente como si nunca fuera a pasar, tratar el asunto de la muerte tiene un cierto interés que oscila entre lo intelectual y el manual de autoayuda. Pero cualquier pensador que intente sistematizar y dar respuestas conclusivas sobre la muerte desde la increencia está condenado al fracaso. 
Hay escritores sin embargo que han dejado testimonio personal ante su inminencia, como Harold Brodkey en Esa salvaje oscuridad. La historia de mi muerteo buenas novelas como La muerte de Ivan Illich de Tolstoi, que describe bien el proceso.

16.7.23

Contra la imaginación


Un veneno infesta la literatura: la imaginación

Con Christophe Donner hay poca hermenéutica que podamos hacer. Sólo sabemos de él que es francés y calvo, escribe cuentos infantiles, tiene un gusto terrible para las camisas y en el 2000 publicó un manifiesto perturbador que incapacita para la ficción: Contra la imaginación (Espasa Hoy, 122 páginas).

Su lectura animará a quien crea que escribir es un compromiso intelectual y no un ejercicio evasivo. El libro es un ataque continuo contra el alejamiento de lo que “el arte ha de ofrecernos: un reflejo de la vida”. O sea, una diatriba contra la piedra angular de la ficción: la imaginación, esa “hipnosis” que, como “las rimas” y “la pequeña música de las palabras”, nos lleva a territorios banales y manidos. Porque al final la imaginación no es más que eso, una especie de refugio donde sólo habitan lugares comunes. Todo en ella se ha visto mil veces, desde las reconciliaciones amatorias bajo la lluvia a la muerte del soldado que compró la granja justo antes de ser movilizado.

Recorremos sus páginas planteando mociones, sin embargo todas nuestras objeciones son rebatidas. Donner ha estado allí, entre los amantes de las bellas mentiras, por lo que se adelanta y responde a casi todo.

9.7.23

Humanismo impenitente

Los filósofos tienen algo de beatas fácilmente escandalizables. Exhiben tal respeto por los libros canónicos y por su pequeño santoral de maestros ilustres, que a la primera ironía o requiebro se sulfuran y gesticulan como ante una sangrante blasfemia.

Les encanta flagelarse con lecturas imposibles a las que dedican muchísimas horas de sus solitarias vidas porque cuando consiguen desentrañar sus arcanos misterios se sienten incluidos en el Gran culto universal de los pedantes, taifa poco atractiva para ser sinceros pero única en la que son aceptados, y a la que por ello tributan especial devoción.

Así, Heidegger será para ellos siempre el gran pope, más que nada porque no se le entiende de primeras y por ello da para mucho lucimiento interpretativo.

Como los filósofos necesitan complejidad textual para poder elevarse por encima de los paganos, detestan con especial inquina a los que de entre ellos escriben bien y con claridad.

2.7.23

Cómo acabar con la contracultura

En el 2018 apareció el libro Cómo acabar con la contracultura de Jordi Costa, o sea que en la vorágine de novedades en la que vivimos ya era un producto caduco que no merecía figurar en lugares preeminentes de las librerías. Sin embargo un pequeño guiño de Pedro Almodóvar en su última película, Dolor y gloria, le ha devuelto a la actualidad. Cómo acabar con la cultura es el libro que desdeña en una escena el personaje que interpreta Antonio Banderas, que como es sabido es el alter ego del propio director.
Que la referencia sea displicente no deja de ser un juego de ironías; Almodóvar sabe que está suscribiendo su contenido y haciéndole una publicidad impagable al libro.
Jordi Costa es un experto en cine que se mueve en el mundo de los estudios culturales patrios. Colaboró en el trabajo colectivo Ct o la cultura de la Transición con un capítulo sobre la cinematografía española marginal.
Por supuesto no es baladí que las treinta páginas iniciales de Cómo acabar con la cultura sean un análisis de filmografía del manchego, desde una primera obra tan inteligente y contracultural como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, a sus últimas películas, en las que Jordi Costa ve todavía cargas de profundidad y un pequeño broche final a la contracultura española desde la Transición.
Almodóvar aparece como un epifenómeno de los últimos cuarenta años de vida sociocultural del país.