25.9.22

de los pijoprogres

Mi vida transcurría monótona y con más pena que gloria, como siempre, felizmente desconocedor de que Javier Bardem, actor al que tributo una indiferencia absoluta, tenía un hermano llamado Carlos. Pero lo descubrí a raíz de cierto escándalo en las redes sociales, ya que el hermano en cuestión tuvo la desagradable ocurrencia de llamar “tío Tom” al único diputado no blanco que tenemos en el Parlamento. Me pareció bastante asqueroso utilizar el color de piel de alguien como reproche político. Google me informó, además, de que el tal Carlos Bardem tiene a gala ser un izquierdista fetén, y que semejante espumarajo racista no tuvo reproche alguno, y que hasta otros camaradas de bancada, como Guillermo Toledo, tan sensible para otras cosas, le habían jaleado por ello.

Le investigué un poco más. Encontré una entrevista que le hicieron y que circula por internet. Sus respuestas son más o menos las previsibles de un pijoprogre al uso, y todo lo reduce a la falacia moral de siempre: que los otros (la derecha) son muy malos, o sea que nosotros (la izquierda) somos necesariamente buenos. En cuanto a sus argumentaciones, ni siquiera creo que estén bien hilvanadas; son meras banalidades.

18.9.22

La España de las ciudades


Cuando los debates políticos se enrocan en paralogismos absurdos, se agradece que alguien niegue la mayor y plantee un marco dialéctico nuevo. En España llevamos demasiados años con el soniquete avinagrado entre el centro y la periferia rebelde. Los argumentos de ambos suelen ser pueriles, ya que no niegan el Estado-nación, simplemente discuten sobre cuál de los posibles es el menos malo. Así, se suceden en los medios un sinfín de diversas narraciones nacionales cuando ya no necesitamos ni queremos este tipo de identidades. En un mundo cada vez más pequeño e inmediato, los Estados y sus correlatos nacionales son inventos obsoletos.

La ciudadanía y sus necesidades se canalizan mejor en las urbes. Por ello, el futuro debería pertenecer a las ciudades libres del mundo. Las ciudades globalizadas, cosmopolitas y abiertas presentan, por otro lado, más similitudes entre sí que con sus respectivos países, y por ello los Estados se empecinan en controlarlas.

11.9.22

Sobre el combate

La falacia hobbesiana del hombre como lobo para el hombre no es más que la argumentación del Poder para que le dejemos ser Poder. Somos malos y destructivos, nos dice, y sin calabozos y diezmos nos devoraríamos los unos a los otros. Basta ver las guerras: ¡qué malo es el ser humano!¡en cuanto le dejas ametralla prisioneros!¡empala niños!¡hacen falta más restricciones o esto es el apocalipsis!¡Bendito sea el Poder!

La lectura de Sobre el combate conmueve. Y lo hace precisamente por las simpatías que despierta el supuesto mal que denuncia. Es un libro escrito por un teniente coronel en la reserva del ejército estadounidense, Dave Grossman, y es un análisis de todas las deficiencias que el soldado tiene a la hora de matar. El autor, especialista y asesor sobre el tema, plantea lo que hay que hacer para aumentar la eficacia asesina de los ejércitos y las contrapartidas que esto tiene. En la introducción dice que su libro es manual en West Point y que es la lectura de cabecera de los generales destacados en Iraq y Afganistán.

4.9.22

La vigencia de un arcaísmo


En Corea del Sur reformaron hace diez años su legislación para incluir los derechos y deberes de los robots. En la actualidad, estos ya “cotizan” y las empresas tienen que pagar impuestos si los utilizan. El país asiático se está preparando para lo que todo indica que llegará globalmente en un lustro: la mecanización de millones de puestos de trabajo. En poco tiempo, los ciudadanos menos cualificados tendrán serios problemas para competir con robots que podrán hacer su trabajo por menos dinero y, además, sin "molestar" con descansos para el cigarrillo. Habrá que pensar entonces en qué hacemos con tanto desocupado en medio de la abundancia productiva. La renta mínima, una educación masiva para adultos (andragogía) o la colonización de Marte serán, entre otras, las opciones. Estamos en los albores de un cambio civilizatorio, y los países que no se preparen para ello quedarán pronto obsoletos.

Y, sin embargo, en España seguimos con pleitos decimonónicos.