Cuando Laurence Debray cumplió diez años, su padre, el célebre buscarruidos francés Régis Debray, le anunció que ya era hora de que se posicionara políticamente. Iba a pasar un mes en Cuba y otro en Estados Unidos para que, a su regreso, eligiera entre el socialismo y el capitalismo. Así, tal cual. Y, como esta, hay docenas de anécdotas similares.
Hija de revolucionarios (Anagrama, 2018), de Laurence Debray, es una magnífica y desmitificadora autobiografía de una mujer que se hartó de crecer entre libros rojos y pedantes hombres armados.