26.3.22
Contra las identidades
20.3.22
Wallerstein y la crisis del Estado-nación
13.3.22
Umbral o el contradiós
También —y aquí terminamos con las quejas—, una vez que empezamos a leer lo que se supone es un ensayo sobre Francisco Umbral, nos encontramos con un ensayista que chupa demasiada cámara. Arnao se defiende diciendo que él no habla de Umbral, sino de “mi Umbral”, pero hay momentos, por ejemplo cuando nos cuenta que le duele la espalda o que está escuchando a Madredeus, que simplemente sobran. Si hubiera estado más contenido, menos subjetivo, menos queriendo ser tan genial como el maestro, tal vez estaríamos ante un libro casi definitivo sobre el gran escritor. Pero no acaba de funcionar.
6.3.22
Hojas de Madrid
Francisco Umbral nunca dijo ser otra cosa que un arribista que buscaba canapés gratis y dormitar con baronesas. Eso le hace auténtico.
Las mil y pico páginas de su antología Hojas de Madrid son, sin embargo, apabullantes. La obra gira, evidentemente, en torno a Madrid y a “la sed de mujer”. Es una suerte de autobiografía involuntaria (la selección de textos se hizo por la editorial tras su muerte) del joven de provincias que viene a Madrid a buscar la gloria literaria y, tras pasar por la bohemia, triunfa como cronista de los altos salones del Poder. No sobra ni falta ni un adjetivo, y los textos funcionan con la precisión mecánica de un reloj. Es magnífico, todo un ejemplo a seguir en su cuidado del estilo, la claridad y el respeto al lector. La voz narrativa es el yo, un yo que duda y habla con autoironía; prevalecen sus elaboradas descripciones de personas y lugares, y lo acertado del relato de una época.