30.1.22

Indro Montanelli: Tres libros para redescubrir la historia

Indro Montanelli fue un gran periodista italiano del siglo XX, cuya reputación en su país alcanzó niveles extraordinarios. A lo largo de su prolífica carrera, escribió sobre una amplia variedad de temas, incluyendo la historia. En español, han sido publicados recientemente tres de sus libros dedicados a esta materia: Historia de los griegos, Historia de Roma e Historia de la Edad Media (este último en colaboración con el joven historiador Roberto Gervaso). Los tres son excelentes, aunque con distintos grados de profundidad y enfoque.

Dado que han sido editados simultáneamente por la misma casa editorial, parece natural considerarlos una trilogía. No obstante, es posible que esta no haya sido la intención del autor y que existan otros títulos en su producción histórica que desconocemos, lo que invalidaría tal clasificación. Sin embargo, el hecho de que estos tres libros hayan llegado juntos al público hispanohablante y presenten una continuidad temática justifica que los percibamos como una unidad.

23.1.22

Quiero aprender

Hay escuelas tristes. Los niños entran en ellas muy pequeños, con ganas de pintar, cantar y soñar con ser astronautas o arquitectos, ametrallando a los adultos con preguntas sobre el funcionamiento del mundo y los porqués de la vida. Pero pronto algo cambia: en pocos años se desmotivan y pierden la chispa. Ya solo quieren jugar al fútbol y salir del paso; nada les interesa, no desean aprender más. Probablemente se toparon con profesores sin vocación, incapaces de potenciar su espíritu aventurero y ayudarles a encontrar su propio camino. Para los malos docentes es más fácil burocratizar la educación y lidiar solo con números, en lugar de enfrentarse a mentes inquietas.

Quiero aprender (Ópera Prima, 2019) parece un libro escrito contra este fenómeno. Es la tercera obra de Adela Jiménez Madrid, tras Ciudadanos de primera y La suerte de aprender.

16.1.22

Rastros de carmín

El nuevo mes nos trae la grata noticia de que Anagrama reedita Rastros de Carmín de Greil Marcus. Desde su aparición en 1989, esta obra ha marcado un antes y un después en el análisis de la cultura underground, hasta el punto de que podría decirse que inauguró un género propio: una suerte de arqueología de la contracultura. Su subtítulo, Una historia secreta del siglo XX, resulta tan sugerente como elusivo, lo que probablemente era su intención desde el principio.

En esencia, el libro traza una genealogía parcial, pero fascinante, de la disidencia cultural en el siglo pasado. Desde el dadaísmo hasta el punk, pasando por el situacionismo, Marcus compone un relato en el que los movimientos artísticos y políticos no son simplemente respuestas a su tiempo, sino ecos y mutaciones de una rebeldía primigenia. A su alrededor gravitan otras transgresiones y estallidos creativos que, aunque a menudo efímeros, dejaron una huella indeleble en la historia del arte y la música.

9.1.22

Transterrados. Los españoles y sus exilios




Desde aquel primer momento tuve la impresión de no haber dejado la tierra patria por una tierra extranjera, sino más bien de haberme trasladado de una tierra patria a otra
José Gaos

El exilio no tiene fin
Adolfo Sánchez Vázquez

1.

El exilio ha sido una constante a lo largo de la historia de España. Tanto es así que José Luis Abellán, autor en el que se fundamenta este análisis, sostiene que el exilio es un elemento estructural e incluso constitucional de la identidad nacional española. La recurrencia de episodios de emigración forzada a lo largo de los siglos sugiere que no se trata de un fenómeno meramente coyuntural. Desde la unificación de los reinos de Castilla y Aragón y la instauración de la Inquisición, las olas de exiliados han sido innumerables. Tanto por razones religiosas como políticas, desde la expulsión de los moriscos hasta la dictadura franquista, cientos de miles de españoles se han visto obligados a abandonar el país para evitar la persecución e incluso la muerte.

2.1.22

The Wire, 10 dosis de la mejor serie de la televisión

Considerada con justicia una de las mejores series de la historia, The Wire marcó un antes y un después en la televisión. Nacida en la era de los canales de pago, libres de las ataduras de la publicidad, rompió con las estructuras narrativas tradicionales —esas que orbitaban en torno a las pausas comerciales— para ofrecer tramas y diálogos de una complejidad y tono elevados, sin la necesidad de cortejar audiencias masivas. Su virtuosismo técnico (dirección impecable, guiones sólidos, interpretaciones memorables) se combina con un abanico inagotable de lecturas sociopolíticas, convirtiéndola en una obra tan densa como reveladora.

Baltimore, más que un escenario, es la verdadera protagonista. A través de sus calles, la serie retrata no solo una ciudad, sino el alma de todas las urbes secundarias de Occidente. Como el espejo de Stendhal, cada capítulo refleja situaciones y personajes que resuenan en nuestra cotidianidad. Aquí no hay tropos manidos ni finales felices, tampoco un bien y un mal simplistas: The Wire es real como la vida misma.