René Girard (1923-2015) era francés pero su vida académica se desarrolló en Estados Unidos. Su nombre no suena todavía a celebridad intelectual, pero fue muy respetado por grandes pensadores del siglo XX y en la actualidad su obra tiene una creciente repercusión en distintas disciplinas de las ciencias sociales. Paul Ricoeur dijo de él que "será de la misma importancia para el siglo XXI que Marx o Freud para el XX".
Si
tratamos de resumir su pensamiento en dos brochazos mal dados, diremos que la
piedra angular del mismo es la teoría mimética. Algo que separa al hombre del
animal es que el hombre es mucho más mimético; se forma desde su nacimiento
copiando a otros.
Para Girard podemos aprender más sobre la condición humana en la literatura que en la filosofía, ya que los grandes novelistas supieron ver mejor que los filósofos que el deseo mimético guía nuestros comportamientos. El deseo no es unidireccional (sujeto-objeto) como siempre se ha creído. Necesitamos de un agente externo, un mediador, que nos diga lo que desear, y lo hace deseándolo él antes. La fricción por ese objeto de deseo deriva entonces en enfrentamiento, ya que ahora hay dos candidatos para un objeto. Si generalizamos esta lucha mimética dentro una agrupación humana la tensión es incontenible.
Llegamos
entonces derivado de ahí a un segundo tema de estudio girardiano, el del rito
sacrificial como origen de la cultura y la idea del chivo expiatorio como
cohesionador de las agrupaciones humanas. Las sociedades se forman eligiendo a
alguien como responsable de todos los males, y con su sacrificio se crea la
ilusión de que se ahuyentaron las amenazas por un tiempo.
En un
tercer campo de estudio, el teológico, esto se relaciona la figura de Cristo,
el primer sacrificado que nos enseñó a identificarnos con la víctima del rito,
inaugurando así la civilización (René Girard es católico practicante, seguidor
de la ortodoxia vaticana y afirma que en los Evangelios, además de la Verdad
revelada, está la mejor cartografía de la condición humana que se puede
pedir).
Si bien nunca podremos
remontarnos a los albores de la humanidad para comprobar sus propuestas, o
poner hoy a unos cromañones a crear cultura en un laboratorio, su corpus
teórico que nos resulta el más plausible y sus interpretaciones sobre hecho
cultural nos parecen las más adecuadas para explicar el mundo en el que vivimos.
Casi todos sus libros
principales están traducidos al español, aunque muchos de ellos moran en el
limbo de los descatalogados.
En francés, y sobre todo en
inglés, hay una extensísima bibliografía introductoria. En nuestro idioma hay
menos, pero el René Girard, de la ciencia a la fe de Ángel Barahona, en
editorial Encuentro, brilla por su claridad expositiva.
Barahona es doctor en filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y enseña, también en esta ciudad, en las universidades Francisco de Victoria, San Dámaso y el CEU. El libro tiene una estructura cronológica que agiliza mucho la lectura. Los capítulos se corresponden más o menos con análisis de los libros principales de Girard siguiendo el orden de publicación. Y como los libros se suelen centrar a su vez en uno de los tres terrenos de estudios mencionados, todavía se facilita más la división en subtemas.
René Girard, de la ciencia a
la fe termina
con unas referencias a la presencia del pensador francés en España, donde hay
una pequeña escuela girardiana. Pero además tuvo una gran influencia en
Fernando Savater, que leyó la situación del terrorismo etarra desde la
perspectiva del chivo expiatorio.
Girard no es desde luego un
autor fácil; sería casi demencial lanzarse a su lectura sin tener una buena
guía. El libro de Barahona lo es con creces.
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