Andrés Trapiello debe de tener
mucha disciplina como escritor. O tal vez ninguna vida social. La velocidad con
la que saca libros al mercado es perturbadora. Parece como si no hiciera otra cosa en
su vida más que escribir. Tiene además una prosa de ésas que aparentemente sale
fácil, liviana, como sin pensarlo mucho. Aunque todos sabemos que de hecho ese estilo sencillo es el más
difícil de conseguir, y que le tendrá que dedicar muchas horas de reescritura a
cada página para que creamos que no se ha esforzado escribiéndola.
Ha aparecido recientemente Madrid, su último libro a día de hoy. Es una edición de Destino cuidada, bonita y con tapa dura; una edición con ganas de perdurar. Es como si se adivinara que en unos años será un pequeño clásico. Son quinientas y pico páginas con ilustraciones; la mayor parte de ellas son una autobiografía atravesada por Madrid; el último tercio es más bien una especie de mini enciclopedia sobre esta ciudad.
La parte autobiográfica cuenta
la vivencia de un provinciano que emigró joven a la capital y decidió
aprovecharla todo lo posible. Llega a principios de los setenta, hace sus
militancias políticas de rigor y por supuesto se desengaña; y luego se
reengancha a la Movida en los años ochenta. En los noventa y en adelante se
centra en el mundo literario mientras va publicando los tomos de su diario, el Salón de los pasos
perdidos.
Por supuesto lo más
interesante son sus semblanzas de Madrid. Sus reflexiones y erudiciones. Sabe
mucho y lo cuenta bien. Que si tal monumento estaba ahí por no sé qué, que si
la Iglesia de San fulano la tumbaron para construir una clínica dental. Esas
cosas que en definitiva son un poco melancólicas y que nos demuestran que los
que controlan el urbanismo no tienen sentido de la memoria colectiva ni la
necesidad de salvaguardar la belleza arquitectónica tradicional.
También sale mucho en el libro
el Madrid literario, el que amamos, con los lances entre Galdós y Baroja,
Umbral y Cela, entre otros. Suponemos que habrá un Madrid futbolero, científico
y hasta financiero, pero con el que nos identificamos es el de las historias
del mundillo cultural y sus letraheridos medio geniales.
La particularidad de este
libro sobre Madrid, uno más de miles que ya hay, creemos que es que está
publicado en plena pandemia. En la introducción encontramos un párrafo a
matacaballo sobre el tema, y luego al final se habla de las calles desiertas
por el virus. Pero evidentemente el grueso del texto se pensó antes y estos son
añadidos mínimos de última hora que no nos impiden añorar los paseos sin
mascarilla por el centro, o las conversaciones despreocupadas con amigos en las
terrazas festivas.
En estas páginas se extraña ese
ya pretérito vivir sin grandes ostentaciones pero sin miedo, a la manera
madrileña.
Da la sensación de que este
será el último libro sobre un Madrid que se acabó para siempre en el 2020. El
Madrid que vendrá ahora no sabemos cómo será, pero sospechamos que la ciencia
ficción nos lo contará mejor que Trapiello. Y esto es inquietante, claro.
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