29.9.24

Sigmaringa contra Savater


Zizek dice en Acontecimiento que la filosofía de hoy se parece a los últimos funcionarios de Vichy refugiados en el castillo de Sigmaringa, al sur de Alemania, poco antes del fin de la II Guerra Mundial. Completamente derrotados e ignorados por todo el mundo, estos burócratas se dedicaban a escribir compulsivamente proclamas y decretos administrativos suponiendo que tantos papelajos les iban a devolver un poder que ya habían perdido definitivamente. Zizek sostiene que los filósofos también actúan de esa manera: publican y publican teorías irrelevantes que a nadie le importan y pretenden así que todavía tienen una autoridad en la que ya sólo creen ellos mismos.  
Podríamos hablar por ello de Filosofía Sigmaringa. Una filosofía inútil, espectral, sin audiencia, autofágica, que además se cree importante; una filosofía que pretende estar reflejando la realidad en sus juegos lingüísticos cuando la realidad está ya muy por delante y mejor analizada por otras disciplinas.  
La Filosofía Sigmaringa -un nombre oportunamente alemán, plúmbeo y hasta algo ridículo, o sea como la filosofía idealista- desecha a los pensadores que llegan al gran público y que por ello tienen influencia social. Le gusta más ser un teatro chinesco en su castillo y reinar sobre sus pocos acólitos en lugar de llegar a audiencias más generalistas.

Fernando Savater es un paradigma de autor denostado por esta filosofía. Nunca le perdonarán que venda libros y que se entienda lo que escribe. Por otro lado, él mismo afirmó desde el principio que no quería saber nada de academias prestigiadoras, como queda claro en La filosofía tachada, una de sus primeras obras, donde señala las vergüenzas de la filosofía institucional, y que tristemente podría publicarse hoy sin tener que alterar ni una coma; todo sigue igual de mal.  
El ninguneo a Savater es tal que no hay publicados estudios extensos y rigurosos sobre su pensamiento. Muchos de sus libros están descatalogados. No hay proyectado ningún curso de verano ni nada parecido para empezar a clarificar su legado, sobre todo cuando él asegura que ya no va a escribir más.

Lo que sí hay son tesis doctorales. Entre las aficiones extrañas de este servidor de ustedes, y que les recomienda, está buscar tesis doctorales de algún tema interesante en PDF. Hay de casi todos los temas y se aprende mucho. De Savater hay tres descargables, que yo sepa, pero solo es excelente la de Marta Nogueroles, La trayectoria intelectual de Fernando Savater: el pensamiento crítico de un “joven filósofo”.   
Nogueroles repasa toda la obra filosófica de Savater, y la divide en tres fases: 1) período hipercrítico de los años setenta; 2) ética trágica y compromiso democrático en los años ochenta; y 3) humanismo ilustrado en los años noventa.
Las tres etapas tienen gran interés. La primera es irreverente y libertaria; el Savater joven carga viperino contra todo y todos. No parece que hoy esté especialmente orgulloso de esos libros, y salvo el primero, Nihilismo y acción, ya no se reeditan. Sin embargo Para la Anarquía, Apología del sofista y Panfleto contra el todo se leen con gozo. Hoy se encuadrarían en el “anarquismo postizquierda”, ya que son antimarxistas y anticolectivistas. Savater predica sanos egoísmos libres en lugar de revoluciones y banderas rojas.
La segunda etapa coincide con su acercamiento al PSOE y su pretensión, como más o menos reconoce, de ser un poco el “intelectual orgánico” del partido y de alguna manera ser el filósofo oficial de la democracia. El 23-F le había alejado de las chanzas juveniles. Leído hoy, en tiempos de populismo y de un victimismo patologizante, su visión de la democracia como pluralidad y de la ética como tarea heroica de individualidades fuertes que toman las riendas de su vida resulta casi incendiario. Además los libros de esta época no son lecturas fáciles pero tampoco son imposibles de leer. Se nota que Savater quiere llegar a un lector generalista. La tarea del héroe, Invitación a la ética, El contenido de la felicidad, Ética como amor propio,…son de esta época y todos son recomendables.    
La tercera etapa es la del alejamiento gradual de los socialistas y su valiente militancia antiterrorista. Su oposición a los nacionalismos identitarios en nombre de Voltaire y el humanismo se plasma en Humanismo impenitente, Contra las patrias, Diccionario de filosofía,… En esta época se le puede considerar el filósofo del unitarismo nacional, pero tampoco parece que haya cuajado en este papel. El nacionalismo es demasiado poderoso en sus territorios y sus engranajes con el Estado no dejan espacio para convertir a Savater en el gran intelectual-árbitro moral del país.
Ermua fue el trágico inicio de una sociedad civil que se organizaba. Aquello podría haber evolucionado hacia cierta hegemonía cultural resumida en el motto de Eugenio Trías: "España significa libertad". Pero claro, hubiera hecho falta otro tipo de liderazgos políticos. Savater y los intelectuales que se movilizaron con él podrían haber hecho las veces de líderes de una nueva sociedad española, pero claramente no hubo interés en las élites políticas de seguir por ese camino.

Savater es carismático y es un buen orador. En general cae bien y tiene un pasado heroico como demócrata amenazado. Su obra tiene clara vocación pública y se nota que quiso tener peso intelectual en la sociedad. En Francia sería un icono nacional; aquí sólo lo fue por breve tiempo y únicamente de parte del país. Pero sigue teniendo bastante potencial, y si hubiera vida inteligente en eso que se ha venido a llamar el “constitucionalismo” utilizarían a discreción muchos de sus textos e ideas.
En cuanto a sus habilidades como filósofo, que nadie se toma menos en serio que él mismo, se le acusa desde Sigmaringa de poco profundo o de no tener proyección académica. Eso es porque no publica en las típicas revistas postestructuralistas o analíticas que no lee ni el tato. Pero sin embargo desde la asociación de profesores de México le pidieron el manual de El valor de educar, y millones de hispanoparlantes hemos crecido con sus libros.
Dentro de diez años sabemos seguro que nadie recordará a los popes españoles de Sigmaringa (no daremos nombres porque todos sabemos quiénes son). Sin embargo los libros de Savater seguirán siendo escuchados, pese a quien pese.   




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