8.3.25

Filosofías del underground, de Luis Racionero

En los días crepusculares de la pandemia pasó desapercibido el fallecimiento de Luis Racionero (1940-2020), un ensayista casi siempre sugestivo que llevaba varias décadas publicando. Escribió muchos libros de diverso interés en los que trató temas como el urbanismo, el arte, la política y las religiones.

 

A diferencia de muchos de sus coetáneos, Racionero no se nutrió de las corrientes filosóficas continentales predominantes en su época o, si lo hizo, fue con manifiesto desagrado. Su formación fue eminentemente estadounidense, lo que marcó una notable diferencia en su enfoque intelectual. En su estupendo Memorias de California narra su periplo como estudiante en Berkeley en los años sesenta, donde se empapó del ambiente hippie, del pensamiento contracultural y de la revolución psicodélica. Esta experiencia marcó profundamente su obra, impregnándola de un aire lisérgico y libertario que lo acompañaría durante toda su trayectoria. Racionero rehuía la jerga postestructuralista afrancesada, prefiriendo citar y divulgar a autores anglosajones menos conocidos en el mundo hispano, como Alan Watts o Lewis Mumford. Su buen hacer escribiendo, claro y para un lector generalista, reflejaba también su impronta norteamericana.

 

En los años setenta, ya de regreso en España, se convirtió en una de las figuras destacadas del pensamiento ácrata, en aquel renacimiento del movimiento libertario que brilló con intensidad durante algunos años. Sin embargo, con la reestructuración de las hegemonías ideológicas en los ochenta, quedó relegado a un segundo plano. Pepe Ribas, fundador de la icónica revista Ajoblanco, lo incluye como uno de los protagonistas en su imprescindible libro de memorias Los 70 a destajo, donde se documenta aquel efímero pero vibrante auge libertario en España.

 

Racionero escribió mucho, quizá demasiado, y no toda su producción mantiene el mismo nivel de calidad. Sin embargo, su bibliografía cuenta con algunas obras fundamentales. Entre ellas destaca Filosofías del underground, finalista del Premio Anagrama de Ensayo en 1976, un libro que sigue circulando en edición de bolsillo y que resulta una de sus contribuciones más interesantes.

 

Este ensayo es un reflejo de su época, cuando jóvenes como él buscaban escapar tanto del tardofranquismo como de los libros rojos, encontrando en la anarquía un respiro ante tanto autoritarismo. Sin embargo, su anarquismo no bebía de las tradiciones libertarias hispánicas, sino de una vertiente más influida por la contracultura californiana y el pensamiento oriental.

 

El libro se estructura en tres partes bien diferenciadas. La primera, "Individualistas", examina a aquellos autores que defendieron formas de libertarismo no colectivistas. La segunda, "Orientales", analiza la llegada de la filosofía oriental a Occidente, explorando sus tropos y figuras más relevantes. Pero la tercera parte, "Psicodelias", es quizá la más sugestiva y provocadora. En ella aborda el papel de las drogas alucinógenas como catalizadores de nuevas formas de percepción y expone cómo la intervención estatal acabó degradando su potencial revolucionario, convirtiéndolo en un fenómeno criminalizado y distorsionado. El capítulo "El dogma de la inmaculada concepción" destaca especialmente por su lucidez y contundencia en este tema.

 

Para Racionero, el movimiento hippie fue la única revolución genuinamente pacífica y optimista del siglo XX. No sucumbió por sus propias contradicciones, como los totalitarismos de la época, sino que fue desmantelado por las estructuras de poder, que recurrieron a la infiltración y a la manipulación de las sustancias psicotrópicas para desactivarlo. Su lectura invita a una reflexión contrafactual: ¿qué habría ocurrido si el movimiento hubiese tenido mayor perseverancia o simplemente un poco más de suerte?

 

Filosofías del underground es un ensayo fascinante, tanto por su contenido como por su capacidad de suscitar nuevas lecturas. No es un libro que se agote en sí mismo, sino que funciona como una puerta de entrada a un sinfín de autores, pensadores y experimentadores del límite, a quienes el lector no podrá evitar apuntar en una libreta para seguir explorando. Luis Racionero, con su peculiar mirada, nos dejó un legado intelectual que sigue mereciendo la pena revisitar.



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