2.7.23

Cómo acabar con la contracultura

En el 2018 apareció el libro Cómo acabar con la contracultura de Jordi Costa, o sea que en la vorágine de novedades en la que vivimos ya era un producto caduco que no merecía figurar en lugares preeminentes de las librerías. Sin embargo un pequeño guiño de Pedro Almodóvar en su última película, Dolor y gloria, le ha devuelto a la actualidad. Cómo acabar con la cultura es el libro que desdeña en una escena el personaje que interpreta Antonio Banderas, que como es sabido es el alter ego del propio director.
Que la referencia sea displicente no deja de ser un juego de ironías; Almodóvar sabe que está suscribiendo su contenido y haciéndole una publicidad impagable al libro.
Jordi Costa es un experto en cine que se mueve en el mundo de los estudios culturales patrios. Colaboró en el trabajo colectivo Ct o la cultura de la Transición con un capítulo sobre la cinematografía española marginal.
Por supuesto no es baladí que las treinta páginas iniciales de Cómo acabar con la cultura sean un análisis de filmografía del manchego, desde una primera obra tan inteligente y contracultural como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, a sus últimas películas, en las que Jordi Costa ve todavía cargas de profundidad y un pequeño broche final a la contracultura española desde la Transición.
Almodóvar aparece como un epifenómeno de los últimos cuarenta años de vida sociocultural del país.
El resto de los capítulos hacen justicia al subtítulo, que anuncia que se trata de “Una historia subterránea de España”, lo que es muy sincero y por otro lado inevitable: si ya las historias canónicas son discutibles, contar al libre arbitrio la intrahistoria del underground cultural español es como para curarse bien en salud y alegar que es “una historia” y no “la historia”.
El libro está bien escrito; se nota que hay muchas horas de investigación detrás. Nos habla de unos creadores minoritarios como nos podría hablar de otros igual de interesantes, eso queda claro desde el principio. Jordi Costa cita con respeto otros libros similares al suyo, como Culpables por la literatura (que se centra en la poesía) o Los setenta a destajo (que es una crónica personal); ambos libros describen el mismo periodo y prácticamente no repiten los personajes referenciados. Lo que desde luego es formidable, significa que hubo tantos y tan buenos creadores haciendo cosas heterodoxas en los años setenta que se pueden escribir varios y excelentes estudios cubriendo distintos campos y todavía quedarían terrenos por tratar.     
En este libro hay mucho cine. Además de Almodóvar, encontramos aproximaciones a otros directores menos conocidos (Javier Aguirre, los hermanos García-Pelayo…) Pero sobre todo hay mucho comic; el comic español desde Hermano Lobo, todavía en el franquismo, aparece reivindicado como espacio de libertad.
El tema de la música híbrida de los años setenta, esa especie de flamenco psicodélico, también tiene buen desarrollo, y se nos habla de grupos tan célebres como Triana u otros olvidados como Smash.
El último capítulo es un tanto desconcertante porque considera contracultura actual a los youtubers, sobre todo a Soy una pringada, tesis un tanto discutible aunque no del todo descartable.  
Este libro tiene cosas muy loables, como empezar marcando distancias con la contracultura norteamericana, algo que es de rigor y necesidad. Por supuesto que no es el mismo fenómeno en ambos lados del Atlántico. Lo de aquí es necesariamente más cutre, pero como dice Jordi Costa siguiendo al gran maldito Pau Malvido, precisamente eso le dotó de una estética propia y sobre todo una dimensión lumpen que los hermanos mayores hippies norteamericanos no tenían.
También es de agradecer que no sea un ejercicio de nostalgia e impugnación del presente. Aquí no encontramos la típica matraca continua de la autenticidad perdida y lo falso que es todo ahora.
Como flaquezas del libro, señalaremos que para quien no tenga interés en el comic, igual le agota tanto espacio dedicado al mismo; además no tiene índice onomástico y le faltan imágenes acompañando al texto, algo que hubiera sido muy pertinente.

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