2.1.22

The Wire, 10 dosis de la mejor serie de la televisión

Considerada con justicia una de las mejores series de la historia, The Wire marcó un antes y un después en la televisión. Nacida en la era de los canales de pago, libres de las ataduras de la publicidad, rompió con las estructuras narrativas tradicionales —esas que orbitaban en torno a las pausas comerciales— para ofrecer tramas y diálogos de una complejidad y tono elevados, sin la necesidad de cortejar audiencias masivas. Su virtuosismo técnico (dirección impecable, guiones sólidos, interpretaciones memorables) se combina con un abanico inagotable de lecturas sociopolíticas, convirtiéndola en una obra tan densa como reveladora.

Baltimore, más que un escenario, es la verdadera protagonista. A través de sus calles, la serie retrata no solo una ciudad, sino el alma de todas las urbes secundarias de Occidente. Como el espejo de Stendhal, cada capítulo refleja situaciones y personajes que resuenan en nuestra cotidianidad. Aquí no hay tropos manidos ni finales felices, tampoco un bien y un mal simplistas: The Wire es real como la vida misma.

A lo largo de sus cinco temporadas, la serie disecciona un aspecto distinto del mundo urbano, siempre con un mensaje latente: las instituciones han dejado de funcionar. La primera temporada expone las heridas de la prohibición de las drogas; la segunda —que bien merece un visionado junto a La ley del silencio— muestra cómo la “destrucción creativa” del capitalismo arrasa con los oficios tradicionales de los estibadores. La tercera radiografía un sistema político irreformable; la cuarta, un sistema educativo que engendra marginalidad; y la quinta cierra con una visión sombría del futuro de la prensa.

Esta riqueza temática ha alimentado un auge de estudios académicos, especialmente en el mundo anglosajón, donde la serie ha inspirado debates críticos e incluso conquistado a figuras como Barack Obama. En español, una puerta de entrada accesible es The Wire, 10 dosis de la mejor serie de la televisión (Errata Naturae), un volumen magnífico que reúne ocho ensayos, una entrevista con su creador, David Simon, y un relato de ficción de George Pelecanos. No todos los textos brillan por igual, pero juntos forman un complemento ideal al visionado.

Simon, en la introducción, detalla el proceso detrás de la serie: cada guionista aportó su experiencia directa (policía, estibador, profesor, periodista), tejiendo una narrativa anclada en hechos reales. Su intención política es clara: mostrar cómo amplias capas sociales han quedado excluidas del mito americano del esfuerzo y la prosperidad, dejando tras de sí frustración y resentimiento. Los ensayos coinciden en ver en The Wire una crítica feroz a la gobernanza actual, una red de poder —“foucaultiana”, la llaman— plagada de egos e incompetencias donde el cambio parece imposible.

Un ejemplo emblemático es el detective Lester Freamon, un genio intuitivo y meticuloso que, por negarse a ignorar la corrupción, acaba relegado a un sótano mientras ineptos y amorales trepan a la cima. De eso va The Wire: de una ciudad —y una sociedad— atrapada en su propia disfuncionalidad, donde el talento se desperdicia y las instituciones, en lugar de salvarnos, nos condenan.


1 comentario:

Anónimo dijo...

En la primera temporada y ya viciada. Es como hablar con un amigo de esos simpáticos y con capacidad de análisis, que contará a través de sus anécdotas, la vida en su ciudad y sus intimidades.Una novela por entregas de las dikensianas hoy.Cada dia un capítulo, da para largo, y es buena compañía,agridulce, de esas que reafirman el imperio de lo mediocre y la componenda como una realidad social universal,no solo del foro.