19.2.23

Imperios de papel, de María José Vega

La teoría postcolonial es una herramienta poderosa; sirve para ahuyentar a los lobos, pero también puede uno dispararse en en el pie con ella y hacer un ridículo espantoso. Comenzó a configurarse a mediados del siglo XX, y le debemos autores y obras fundamentales sin los que no se puede entender el mundo en que vivimos. Sin embargo, también nos ha castigado con jerigonza vacía y debates bizantinos sobre qué intelectual es capaz de decir más banalidades de la manera más retorcida posible.

Esta corriente sigue la estela del mundo académico anglosajón, orientándose principalmente hacia el estudio de la producción de imaginarios. Es cierto que resulta incoherente que pensadores que se rebelan contra la “violencia epistémica” de Occidente hacia el Sur sigan las modas universitarias de Berkeley o París, pero si nos centramos en detalles como este, corremos el riesgo de perdernos ideas de gran potencia.

No es fácil asimilar estos contenidos, por lo que se agradece una introducción tan didáctica como Imperios de papel. Introducción a la crítica postcolonial, de María José Vega. Como es lógico, la autora delimita su campo de estudio centrándose en los estudios literarios, que es lo que mejor conoce, y dejando de lado otras disciplinas, como la sociología o la economía. Tampoco aborda en detalle la variante latinoamericana de la teoría postcolonial, aunque esto es comprensible, dado que en un libro relativamente breve (340 páginas sin contar la bibliografía) es necesario omitir ciertos aspectos para poder hablar con profundidad.

El libro comienza con unas definiciones iniciales sobre lo que es el dominio imperial en su forma más cruda. A continuación, se analiza la forma más sutil de dominación, que se ejerce desde un plano “simbólico y silenciador”, que perdura incluso después de la retirada de los ejércitos metrópoles, y que es precisamente lo que la teoría postcolonial estudia.

Luego, el texto avanza en la historia de la teoría, comenzando con Franz Fanon y otros autores colonizados, en una época en la que los imperios aún eran realidades militares que oprimían al Sur. Fanon (1925-1961) vivió poco, se consagró a la independencia de Argelia y dejó libros fundamentales. Los condenados de la tierra, que escribió a gran velocidad mientras la leucemia lo consumía, es una apología de la lucha anticolonial y una defensa de la violencia, que tuvo una enorme influencia en muchos revolucionarios de los años sesenta. Sin embargo, el libro que se destaca aquí es Piel negra, máscaras blancas, donde Fanon analiza la psicología de los colonizados y la imposición de una cosmovisión europea sobre ellos, como, por ejemplo, el impacto de que un africano se forme leyendo novelas de exploradores blancos en África.

El siguiente hito intelectual que María José Vega destaca es Edward W. Said, autor cristiano palestino, profesor en Estados Unidos, quien podría considerarse el fundador consciente de la teoría postcolonial con su libro Orientalismo. Mientras Fanon escribió entre disparo y disparo, convirtiéndose en un precursor involuntario, Said desarrolló su obra con mayor calma dentro de la academia. Su interés principal era explicar “Oriente” como una construcción de Europa, que crea un Otro exótico, un paradigma de barbarie y aventura, sobre el cual expandirse. Para ello, Said recurre a las artes y ciencias eurocéntricas, que mediante simplificaciones y reducciones crean un imaginario territorial que en realidad no existe.

(Por cierto, los libros de Said son accesibles, bien traducidos y ampliamente distribuidos).

El tercer hito que acota María José Vega es la penetración de la teoría postcolonial en India, con figuras como Gayatri Spivak y el desarrollo de los estudios subalternos; así como Homi Bhabha, un pensador que, si se nos permite la licencia, es ilegible debido a lo ridículamente complicado de su estilo.

Alrededor de estos hitos, giran los temas recurrentes de la teoría postcolonial, como el nacionalismo, la cuestión del uso de lenguas europeas, las ciencias autóctonas... Todo esto está bien explicado y es accesible incluso para los profanos.

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