Charles Bukowski (1920-1994) dejó tras de sí seis novelas, cinco de las cuales forman un magnífico opus autobiográfico protagonizado por su alter ego, Henry Chinaski, un escritor bebedor y algo lumpen que transita entre la miseria y el éxito con la misma cruda honestidad. Cartero, Factótum y La senda del perdedor retratan sus años de trabajos precarios y noches empapadas en bares de neón moribundo, mientras que Mujeres y Hollywood narran su vida de triunfador, con lectoras rendidas a sus pies y cheques que llegan como dulce maná. La sexta novela, Pulp, un divertimento metaliterario menor, queda fuera de este relato por su discordancia con el resto de su obra.
Hollywood (1989) se alza como un cénit en la carrera de Bukowski, con el rodaje de la película Barfly (1987) como telón de fondo. Chinaski, trasunto del autor, escribe el guion de esta cinta y, aunque insiste en que solo lo hizo por dinero y que despreció el mundo del cine, entre líneas se intuye lo contrario: amor por el proyecto, preocupación por su calidad y un orgullo soterrado. La novela, disponible en edición de bolsillo por unos pocos euros, es una puerta de entrada asequible al universo bukowskiano.
Barfly, dirigida por Barbet Schroeder y protagonizada por un inmenso Mickey Rourke, es una joya infravalorada que, por algún capricho del destino, no figura entre los clásicos modernos del cine. La cinta destila belleza y sublimidad al retratar a personajes vencidos pero dignos: un escritor alcohólico y bonachón, sin un centavo, que oscila entre el éxito literario incipiente y un dilema amoroso entre una editora adinerada y Wanda, una borracha ajada que “parece una diosa afligida” (encarnada por Faye Dunaway). Los secundarios son inolvidables, y Los Ángeles emerge como un paisaje apático que expulsa a sus habitantes más frágiles.
Rourke brilla con una interpretación visceral, casi olfativa, que Bukowski alabó en Hollywood: “Ves a un borracho, ves a Chinaski”. Dunaway, en cambio, queda opacada por su propia condición de estrella; su borracha se siente impostada, como si temiera perder su aura. Una escena algo forzada, donde Wanda presume de sus piernas —un capricho de la actriz, según se dice—, contrasta con la entrega absoluta de Rourke, que sacrifica su estatus de ícono ochentero sin reparos.
Gratis en YouTube, Barfly es el complemento perfecto para una tarde de viernes, acompañada por la lectura de Hollywood. Juntas, novela y película ofrecen un retrato crudo y conmovedor del arte de perder con grandeza, marca indeleble de Bukowski.
2 comentarios:
Muchas gracias por recordarnos hasta que punto somos personajes bukoskianos, y su sensibilidad es la nuestra.Dueante muchos años de aburrimiento en buses y metros, llevaba a mi novio en la vagina hecho un enanito haciendome tilin,tilin.
Hay una peli belga tambien directa al corazon, basada en tres cuentos suyos "Crazy love" el director se llama Dominique Durraner o algo asi,deja la tristeza del amor impregnandote.
Que es esto? Quién eres?
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