17.4.22

Danilo Cruz Vélez

Las universidades de los Andes, de Caldas y la Nacional de Colombia han unido esfuerzos para editar en seis volúmenes las obras completas de Danilo Cruz Vélez (1920-2008). El resultado es, quizás, el conjunto de libros más bello y mejor editado que se recuerda en mucho tiempo dentro de la filosofía colombiana. A esto se suma la claridad estilística, la voluntad pedagógica y el dominio de los temas por parte del autor, lo que hace que su lectura sea altamente recomendable.

Recientemente ha aparecido también La época de la crisis. Conversaciones con Danilo Cruz Vélez, que tiene al filósofo y editor de las obras completas Rubén Sierra Mejía como interlocutor. Esta obra funciona casi como un apéndice, ya que las entrevistas fueron realizadas una vez que todos los libros de Cruz Vélez estaban ya escritos, lo que permite una mirada final y retrospectiva. La edición corre exclusivamente a cargo de la Universidad de los Andes, pero se ha cuidado con igual esmero. La destreza de Cruz Vélez como conversador es tan notable como su talento como escritor.

La época de la crisis incluye apuntes autobiográficos de gran interés. Su juventud en la Colombia de los años cuarenta y cincuenta, rodeado de revistas juveniles, amigos poetas y cafés bogotanos, sugiere que lo que López Michelsen llamaba “el Tíbet de los Andes” no debía de ser tan aislado, porque allí se leían casi todos los libros importantes de la época y se debatían las ideas que inquietaban a los hombres occidentales de su tiempo.

Como es sabido, hasta mediados del siglo XX no existió en Colombia una facultad de filosofía laica, siendo la de la Universidad Nacional la única. Además, casi todos sus profesores se habían formado en derecho. Cruz Vélez no fue una excepción. Para incorporar la filosofía alemana, considerada la más rigurosa, a su bagaje personal y sistematizar un pensamiento aplicable a la enseñanza en Colombia, viajó a Alemania en 1951. Husserl y Heidegger, a quienes tuvo como maestros, se convirtieron en sus principales referentes, aunque no fueron los únicos.

En las conversaciones, el filósofo lamenta que José Ortega y Gasset se haya dedicado demasiado a la divulgación y no haya desarrollado más su propio sistema filosófico. Este reproche, claramente inexacto, parece reflejar más una autocrítica, ya que Cruz Vélez sobresale como un excelente difusor del pensamiento filosófico occidental del siglo XX. Lo expone con brillantez, pero su obra de fuente primaria se limita al primer volumen, La filosofía sin supuestos, donde intenta dialogar con la fenomenología.

Si Cruz Vélez se sintió mal por no haber podido desarrollar más su propio sistema, sería una pena. Pues, de hecho, La filosofía sin supuestos es probablemente el volumen menos interesante de toda su obra, siendo más adecuado para círculos fenomenológicos, si es que aún existen. En cambio, los cinco volúmenes restantes, en los que analiza a los grandes pensadores y cuestiones filosóficas desde los griegos hasta la actualidad, son mucho más vigorosos.

El misterio del lenguaje, por ejemplo, logra la hazaña de hacer que la filosofía del lenguaje sea accesible e incluso atractiva. El mito del rey filósofo, sobre la filosofía política en Platón, Marx y Heidegger, es un texto imprescindible. Tabula rasa y De Hegel a Marcuse son magníficos repasos sobre los grandes temas y autores de la tradición europea. El sexto y último volumen, Obra dispersa, reúne docenas de artículos publicados en diversas revistas, y también es un excelente ejemplo de erudición y maestría.

Toda la gran filosofía del siglo XX europeo, insistimos, está aprehendida y desplegada en la obra del colombiano Danilo Cruz Vélez. Lo que ha sido su fortaleza, sin embargo, también se convierte en una debilidad. Sería de agradecer que el filósofo hubiera hablado más desde su propia circunstancia. La paradoja es que casi no aparece Colombia en sus textos, ni tampoco el continente. Nueve de cada diez páginas podrían haber sido escritas por un europeo. Y cuando habla desde Iberoamérica, lo hace siendo muy escéptico respecto a la viabilidad de un pensamiento autóctono. Cruz Vélez acata a Europa y a la modernidad representada en Descartes y la cultura del idealismo alemán; comparte tópicos eurocéntricos y antihispánicos. Es libre de hacerlo, claro, pero se hubiera agradecido un poco más de enraizamiento.

Dicho esto, Danilo Cruz Vélez ocupa un lugar destacado entre los grandes comentadores del canon filosófico europeo.

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