Un libro que pretendió encapsular las tendencias culturales y tecnológicas más innovadoras de su tiempo tendría que haber caducado muy pronto. Sin embargo Velocidad de escape. La cibercultura en el final del siglo, publicado en 1995 por Mark Dery, sigue siendo un texto fecundísimo. Escrito antes de la generalización del uso de internet, supo anticipar el mundo en el que vivimos hoy con una precisión epatante. Su autor es de esos que demuestran que llevan toda la vida estudiando la cuestión, que la aman, y que además saben comunicar. Es difícil resultar tan pedagógico y entretenido. Los ejemplos concretos que cita de la cibercultura de los años ochenta y primeros noventa han quedado muy atrás, pero aquellos temas iniciales siguen vigentes y sus dilemas de entonces son ahora nuestro día a día.
El
título hace referencia a la velocidad con la que un objeto vence la fuerza
gravitatoria del planeta, como hace una nave espacial cuando quiere salir al
espacio. Para Dery la tecnología está alcanzando esa velocidad, ya que se está
independizando de los hombres y planteando sus propias metas. Y mediante la
tecnología a su vez los hombres están llegando a su propia velocidad de escape
con respecto a sus cuerpos y sus inmanencias, porque el ciberespacio y la
genética les permiten superar la realidad física que les ha sido impuesta.
En
las primeras páginas se habla de lo que Dery llama “teología de asiento
eyectable”, que es esa nueva forma de tecnotrascendentalismo que actualiza las visiones
religiosas de una escatología en la que nos reintegramos al final de los
tiempos en una conciencia única, que ya no es divina, sino alguna forma de
Inteligencia Artificial. El dualismo cuerpo-mente es ahora superado por la
triada cuerpo-mente-máquina; en una era cuántica ya no es concebible expresarse
en términos binarios.
Continuamos
con capítulos en los que se explica cómo el ciberpunk se convirtió en la
contracultura de la década de los ochenta precisamente rechazando a la contracultura
de los sesenta y setenta; lejos de querer volver a la naturaleza, estos nuevos
rebeldes quieren reconfigurarla con la tecnología. Las referencias a artistas
tecnológicos -La fura dels Baus, por ejemplo-, y a Bruce Sterling y William
Gibson, son constantes. Estos dos escritores de ciencia ficción, en pleno auge
por aquella época, fueron los que crearon y desarrollaron términos como “la Red”
o el “ciberespacio”. Sobre Gibson dice Dery que de hecho no hace ciencia
ficción, sino que “lleva al límite las tendencias actuales del mundo
capitalista”.
Hay
un capítulo sobre el sexo mediatizado por la tecnología moderna. Habla de los
nuevos usos amorosos cuando vaya a existir la posibilidad de conocer gente a
través de internet y, con un pequeño desatino en las predicciones, anuncia que
para el año 2000 podremos acostarnos con máquinas. Por lo demás, sobre el sexo
en un tiempo en que ha muerto el afecto, como dice Ballard, y una nueva
sexualidad para una “nueva carne” a lo David Cronenberg, hay unas páginas memorables.
Todo
muy relacionado con la autosuperación del cuerpo mediante cirugía, tecnología y
genética -“he visto el futuro, y es un morfo”, clama Dery-, que es el tema con
el que se cierra el libro. Los peligros y posibilidades del posthumanismo nos
llevan a ámbitos de la ética en los que hay mucho que tratar. No podemos seguir pensando al ser humano y sus mundos como si no hubiera cambiado nada en él en los últimos siglos. De fondo están
las demandas del artista Stelarc, que lleva años diseñando su forma corporal, y
de pensadores neo nietzschenianos como
Max More, que quieren que Occidente se replantee su concepción de la libertad,
no tanto como una cuestión de derechos civiles, sino en términos de autocontrol
de la propia evolución y la libre posibilidad de modificarse a voluntad.
Y
en estas estamos.
1 comentario:
Esta propuesta tuya que fundamentas y consolidas con estos libros,repensar la ética con la AI como tercera pata, es algo que me esta obligando a elegir nuevas premisas de interés, sobre temas a los que les doy vueltas hace mucho por mi trabajo,por ejemplo: porque hay tanto paciente diagnosticado de esquizofrenia desde nuestros actuales códigos, para los que Internet es una forma apaciguadora de relación y una pasión.Que es la eutanasia y el suicidio desde ahí,¿pura obsolescencia?,cual es nuestro margen de elección respecto a nosotros mismos,el modelado de nuestros cuerpos, mentes y emociones..
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