José Luis Villacañas (Úbeda, 1955) es uno de los pensadores
españoles actuales más interesantes e ineludibles. Publica con apabullante
regularidad y se pueden encontrar varios de sus trabajos en la sección de
novedades de cualquier librería. El que nos ocupa ahora es la primera entrega de
lo que promete ser una obra de referencia compuesta por veintiún volúmenes, La inteligencia hispana (Ideas en el tiempo),
un repaso histórico de las concepciones y las maneras de ejercer el poder que
ha habido en el orbe hispánico desde la caída del Imperio romano.
Este volumen inaugural, El cosmos fallido de los godos, contiene una introducción donde el autor desgrana los planteamientos de la obra general, y donde afirma que la gran incógnita histórica de España es que no ha conseguido conformarse como nación a pesar de que tenía más facilidades para ello que otros países mucho más recientes y que sin embargo han tenido más éxito dando ese paso.
Refractario a cualquier interpretación esencialista y aun
ontológica de España, propia del primer Ortega por ejemplo, Villacañas explica
la problemática española como Koselleck explicaba la de Alemania: con la idea
de “nación tardía”, es decir, una nación que se describe mejor desde sus
heterogeneidades políticas y desde su dificultad para encuadrarse en los
esquemas de homogeneidad y democracia que se tienen como característicos de la
modernidad europea.
Para entender por qué España es una nación tardía hay que
quitar “poesía” a los discursos
legitimadores de las élites, y entender cómo funcionan estas formas de poder
que incapacitan para los proyectos colectivos. Aquí es donde van a aparecer los
tres grandes conceptos vertebradores que Villacañas propone como centrales en
su estudio de más de mil quinientos años de la inteligencia hispánica: las prácticas, dispositivos que serían
relativamente constantes; los hábitos,
dimensiones subjetivas que legitiman las instituciones; y el estilo, que sería el ethos que aflora en
las reacciones ante casos concretos.
Siguiendo con la metodología, el autor dice que va a ser
necesario que el lector tenga clara la diferencia entre los idealia, que son construcciones teóricas
y simbólicas, y que como tal solo pueden ser comprendidos; y los realia, que son los hábitos y prácticas,
y en consecuencia tienen que ser explicados. Lo ejemplifica con la idea de
nación, que ha podido aparecer como ideal infinidad de veces en los documentos
históricos, pero eso no quiere decir que llegara a cuajar como objeto real.
En cuanto a El cosmos fallido de los godos en sí, estamos
ante una descripción del dominio en la Península de esta casta germánica. Villacañas
desmonta muchas de las ideas comúnmente aceptadas de este período. Siguiendo el
esquema conceptual anunciado en la introducción, demuestra que los godos no
llegaron a unificar realmente Hispania, en parte porque no entendían la idea de
reino. Ellos llegaron para ser prefectos de Roma, y cuando el Imperio cayó no
encontraron un nuevo imaginario que lo sustituyera. Solo Leovigildo, ya a
finales del siglo VI, tuvo algún conato de convertirse en un auténtico rey, en
este caso de inspiración bizantina, pero su ejemplo solo sirve para probar la
debilidad política de sus antecesores.
Los godos no se integraron y no se hicieron realmente hispanos
por varios motivos. Les perjudicaba el arrianismo, que era una religión cerrada
y étnica frente a la apertura del catolicismo de los oriundos. Tampoco su
origen nómada, que produjo una forma de organización política inestable, la
monarquía electiva, inapropiada cuando se trata de asentarse en un territorio.
Y sobre todo, los godos nunca vieron un populus
a su alrededor, sino siervos, por lo que nunca creyeron necesario establecer
cauces políticos comunes. Por supuesto,
su rápida caída ante el embiste musulmán solo puede explicarse por la ausencia
total de apoyo entre la población nativa y su falta de cohesión como grupo
dirigente.
El cosmos fallido
de los godos es
una lectura muy recomendable, y como todo buen texto desordena nuestras
asunciones y nos obliga a pensar un poco más profundamente. Si tuviéramos que
plantearle alguna enmienda sería solo hacia la edición de Escolar y Mayo, buena
en general, pero con algunos errores tipográficos demasiado estridentes.
reseña publicada en Revista de hispanismo filosófico
1 comentario:
Desde el cole en que aprendí la lista de reyes godos como si fuera el listin telefónico y el poema de don Rodrigo que me se casi de memoria y del que me creo que se muere por donde mas se peca...no había vuelto a pensar en godo alguno.
Me propongo el libro para estos puentes ...veremos como lo encajo en mi realia
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