6.2.22

Tres dimensiones del ser humano

Xavier Zubiri es un filósofo para los muy filósofos. Para los no iniciados, su lectura puede resultar un suplicio o un eficaz somnífero, dependiendo del día. Los zubirianos no ayudan demasiado en este sentido, pues parecen competir por ver quién es más tedioso y servil al recitar al maestro con una devoción casi coránica, en lugar de esforzarse por hacerlo comprensible y fomentar su divulgación. No se trata siquiera de acercarlo al gran público—empresa difícil—sino al menos al ámbito académico y científico, donde su pensamiento podría aportar mucho.

Sin embargo, los zubirianos parecen empeñados en dificultar el estudio de su obra, reduciéndose así a grupúsculos cada vez más exquisitos (es decir, marginales). Por ello, suelen menospreciar los libros más claros de la primera etapa de Zubiri, así como los pocos de su producción posterior que pueden leerse con un conocimiento filosófico básico.

Entre estos últimos, hay uno particularmente sugestivo que ha pasado desapercibido: Tres dimensiones del ser humano: individual, social, histórica. Se trata de la recopilación de tres conferencias impartidas por Zubiri en 1974. La edición de Alianza Editorial de 2006 incluye dos introducciones: una de Jordi Corominas, que presenta el libro, y otra del propio Zubiri, donde explica con claridad el contenido de cada parte y el sentido general de la obra. Además, al final de cada capítulo, el filósofo añade una recapitulación que repasa lo expuesto hasta el momento (algo inusual en él, que aquí se muestra particularmente pedagógico).

Corominas, zubiriano de pura cepa, sostiene que el libro no puede considerarse una obra de antropología filosófica, ya que esta es una disciplina autónoma, mientras que en Tres dimensiones encontramos más bien una filosofía del hombre, desarrollada desde la metafísica o filosofía primera. Su postura es respetable, pero no la compartimos. Nos parece, además, una cuestión menor y carente de interés, que no justifica ocupar un espacio tan valioso en la introducción. El trasfondo metafísico del libro no invalida, en absoluto, lo que nos resulta más estimulante de Tres dimensiones: su capacidad para cuestionar los lugares comunes de la antropología filosófica, disciplina que, por otro lado, no consideramos inferior a la metafísica (como parece insinuarse en la introducción de Corominas). En cualquier caso, este libro tiene demasiada enjundia como para perder el tiempo debatiendo etiquetas.

En la introducción de Zubiri, en cambio, encontramos la tesis central del libro, que podría describirse como el desarrollo extenso del título: comprender qué es el ser, qué es lo humano, qué es una dimensión y cómo la reciprocidad de las tres dimensiones en las que existe el ser humano se unifica para ofrecer una definición completa de este. “Ninguna de estas tres dimensiones tiene prerrogativas sobre las otras dos”, nos dice Zubiri.

Así, aunque el libro contiene una base metafísica, también aborda cuestiones de antropología, sociología y filosofía de la historia.

Zubiri juega con la ventaja de haber escrito en los años setenta, con un mayor recorrido intelectual y un mejor conocimiento de los avances científicos que sus predecesores. Sin embargo, a diferencia de los autores canónicos de la antropología filosófica—Cassirer, Scheler...—, Zubiri no concibe al hombre de manera unidimensional. No es solo un animal cultural como característica principal, ni meramente biología dotada de espíritu, ni una tabla rasa arrojada al contexto histórico. Es todo eso a la vez y más que eso.

Este libro es de una relevancia extraordinaria en nuestros tiempos. Zubiri explica con precisión y profundidad que el ser humano es una especie que se replica y diversifica a través de un esquema (como él denomina al ADN); sostiene que vivimos en una civilización global y que hay que dejar atrás la noción de volkgeist; y afirma que la realidad es dinámica y actual, lo que implica que las definiciones estáticas carecen de sentido porque todo cambia constantemente.

Solo queda que Tres dimensiones del ser humano salga de los círculos cerrados en los que se encuentra atrapado. Si quienes reflexionan sobre el mundo en que vivimos se acercaran a este libro, descubrirían en él una fuente invaluable de ideas y estímulos.


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