Tiqqun
es un colectivo francés homogéneo o muchos autores
dispersos; no lo sabemos y tampoco tiene realmente importancia. También
llamaron así a su propia revista, que dejó de publicarse hace más de
una década, aunque algunos de los textos nos han llegado traducidos y en
forma de antologías.
El proyecto Tiqqun en general consiste en
producir teoría para lo que llaman el Partido Imaginario, un gran
movimiento trasversal y transnacional de rechazo a las identidades y
normas heredadas que tiene la vista puesta en otras políticas y formas
de convivir. Se nutren principalmente del Situacionismo y de la obra Imperio de Antonio Negri.
No todos sus escritos son igual de interesantes y accesibles a profanos. Aquí queremos recomendar dos: uno es la Teoría del Bloom,
que es una antropología del hombre sin atributos actual, el proletario
moderno. El Bloom es el ciudadano contemporáneo, que no tiene sustancia
pero sospecha que podría tenerla: sube al tren, se baja del tren, ve
televisión, compra ropa, se cobija entre la masa y, solo de vez en
cuando, sueña. Está expuesto continuamente al deseo, que es la antesala
de su sometimiento.
Eso nos lleva al otro libro, sin duda el más interesante y original de todo el opus de Tiqqun, Los primeros materiales para una teoría de la Jovencita. Aquí se habla de la Jovencita como un mito, una mónada, un arquetipo o como se quiera; un concepto que nos sirve para entender una nueva forma social que se está configurando tras “la quinta revolución industrial”.
La
Jovencita “ocupa el nudo central del presente sistema deseos”, es una
mentira que “lleva la máscara de su rostro”, es el nuevo humano
inorgánico, convertido en “mercancía-faro”, cuyo mejor
ejemplo son las chicas que se representan en la publicidad, y también
las que se sientan a nuestro lado en el metro, nos sonríen en los bares,
y alguna vez hasta nos invitan a sus áticos con tapices vintage.
El concepto se puede leer en dos niveles, como dispositivo de poder; o, más mundanamente,
como las chicas y chicos que inundan los medios de comunicación y cuyos
epígonos vemos todos los días paseando por los centros urbanos. Las
implicaciones políticas y sociológicas son profundas pero lo más
perturbador de los aforismos y sentencias de Teoría de la Jovencita es lo superficial: su
retrato de las ninfas postindustriales que viven como detrás de un
escaparate y a las que los y las Blooms deseamos y por las que nos
esclavizamos. Aunque también hay momentos en los que vemos
cierta recapitulación y se humaniza a la Jovencita, que también aparece
como víctima, ya que pronto se “descompone”, porque vive “presa de su
belleza”; finalmente la anorexia aparece como cierta consecuencia
lógica, "cuerpo sin alma que se sueña alma sin cuerpo".
Por supuesto no se queda en algo sexual o de género. También hay jovencitas masculinas, Justin Bieber sería uno por ejemplo: chicos que se han cosificado de la misma manera que fueron cosificadas las chicas.
Este
libro es para tenerlo cerca y deglutirlo despacio, como todos los
buenos libros de aforismos. También es recomendable su contraparte, la Teoría del Bloom. Ambos son una buena cartografía de este continente de silicio y vacío en el que vivimos.
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