1.5.22

Los enemigos del comercio

Antonio Escohotado (Madrid, 1941) es uno de los intelectuales más completos que tenemos en España en la actualidad. Ajeno a las banderías políticas, buen escritor y divulgador, parece haberlo leído todo y saber de todo bastante. Además, es uno de los pocos pensadores españoles con repercusión internacional. Su Historia general de las drogas fue una obra pionera en su momento, ya que el estudio serio de las sustancias ilegalizadas era prácticamente inexistente hasta entonces. El libro fue traducido con éxito a varios idiomas.

Formado en derecho, sociología y filosofía, en los últimos años ha centrado su trabajo en cuestiones económicas. Su monumental trilogía Los enemigos del comercio es prueba de ello. El primer volumen, publicado en 2008, prometía ser el prefacio de una obra definitiva en la crítica del intervencionismo estatal y la defensa de la libre iniciativa. En él, Escohotado analizaba la caída del Imperio Romano como consecuencia de su transformación en una economía basada en el saqueo y la esclavitud, para luego ser sucedido por un cristianismo pobrista y mezquino en la Edad Media, igualmente hostil al comercio.

El segundo volumen, aparecido en 2013, se centró en analizar y refutar el marxismo. Menos original y vibrante, quizá pueda entenderse como un puente necesario entre los otros dos tomos, que abarcan respectivamente la Antigüedad y el mundo contemporáneo.

Este año ha llegado el tercer volumen y conclusión del estudio, y deja cierta sensación de que Escohotado ha descarrilado. Más breve que los anteriores, se limita a abordar el comunismo en el siglo XX. A pesar de anunciarse como una crítica a los populismos recientes, estos apenas aparecen. Se suceden los crímenes y errores económicos de la Unión Soviética, así como las mentiras e incoherencias de los intelectuales marxistas afines, pero prácticamente no hay espacio para el keynesianismo ni para los movimientos políticos actuales que se oponen al libre comercio, a pesar de lo que sugiere la solapa del libro. Apenas hay siglo XXI en este último tomo, lo que no sería un problema si supiéramos que habrá un cuarto volumen centrado en el presente, pero no parece que vaya a ser así.

Cuando apareció el primer libro, su editor afirmó que, de haberse publicado en inglés, habría tenido repercusión mundial. En su momento, esa opinión parecía acertada. Ahora ya no está tan claro. ¿Realmente una mente tan brillante como la de Escohotado no podría haber elegido un objetivo de mayor envergadura? La historia del comunismo es un tema relevante, y exponer sus horrores sigue siendo necesario, pero quizá corresponda a otros autores. Es dudoso que amerite ya tanta dedicación. Jean-François Revel cumplió con esa tarea en los años setenta y ochenta, cuando la URSS estaba en su apogeo y el marxismo aún gozaba de prestigio filosófico. Entonces tenía sentido desenmascarar este totalitarismo y a sus cómplices occidentales. Hoy, sin embargo, parece un combate algo arcaico. Hay muchos otros temas más urgentes.

Si, en lugar de centrarse exclusivamente en el comunismo como enemigo del comercio, hubiera estudiado el comercio y todos sus enemigos, la trilogía habría sido una obra verdaderamente definitiva. Tal como ha quedado, parece más bien una revancha personal a toro pasado, un objetivo demasiado fácil para un autor que da para mucho más. O al menos, del que esperamos que libre otras batallas más actuales.

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