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los días alciónicos
LECTURAS PARA RECUPERAR NUESTRO FUTURO
5.10.25
El lacanismo o cómo perder el tiempo
28.9.25
Josep Pla o la razón narrativa, de J.M. Castellet
21.9.25
Lejos de mí, de Clément Rosset
La
obra de Clément Rosset crece en espiral. Desde un centro nucleado en torno al
problema de lo real, sus reflexiones se plasman en libros breves que escribe regularmente para matizar un poco más lo dicho anteriormente; pero
siempre habla de lo mismo. Para este
filósofo francés, lo que llamamos “real” es una cosa idiota y cruel, o sea muy
poca cosa, y por eso inventamos “dobles” salvíficos que tratan de dar cierto sentido a
todo, y evitan así que veamos este puerco mundo tal cual es y queramos saltar debajo de un autobús.14.9.25
La aventura de lo político, de Julien Freund
Julien Freund
(1921-1993) fue un filósofo político francés a quien los dioses de la fortuna
no han mirado con buen ojo. Publicó mucho, pero no ha tenido gran difusión, ni
en su país ni en el nuestro, donde se ha traducido algún libro suyo sin gran
resonancia. En España es únicamente conocido, aparentemente, porque hay dos
profesores de cierto prestigio que le reivindican con furor: Jerónimo Molina y
J.C. Valderrama. La explicación de su ostracismo tiene que ver en gran parte,
seguramente, con que no es políticamente correcto, pero también con que se
retiró de la vida académica demasiado pronto y no dejó discípulos.
Su obra principal es La esencia de lo político, que fue su tesis doctoral, de más de ochocientas páginas en letra pequeña, y que se digiere despacio porque cada párrafo rezuma nutriente intelectual. En parte es una exposición y sistematización del pensamiento político de Max Weber, Carl Schmitt y Raymond Aron. Es una obra genial que esperamos poder terminar algún día, pero de momento ya nos vemos legitimados para asegurar que Freund se merecería tributar entre los grandes filósofos políticos del siglo XX solo por este libro.
7.9.25
Palabra de hombre, de Roger Garaudy
31.8.25
Clement Rosset en Tarifa
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24.8.25
Saberes de andar por casa
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17.8.25
Ñamérica, de Martín Caparrós
Antes de la aparición de internet Martín Caparrós habría sido el
cronista más importante del momento. Sus artículos en El País se leerían como
hitos culturales de la semana, y pasearse con sus libros bajo el brazo sería
una nota de buen gusto entre la intelectualidad hispánica. Pero internet es un
infinito salvaje de propuestas similares —la mayoría peores, pero también
algunas mejores—, y tantos bits de información hacen difícil que alguien tan
predigital, que da la sensación de que todavía teclea una Olivetti en alguna
pensión crujiente mientras fuma Ducados, pueda ya ser un referente inapelable
en esto del periodismo narrativo bien hecho.
Por otro lado, quizá su principal atractivo es que parece desconocer cómo se hacen hoy las cosas en su género. Ñamérica, el libro que nos ocupa, son seiscientas setenta y tres páginas de puro texto; sin fotografías, sin enlaces a YouTube, sin DVD anexos ni, mucho menos, códigos QR para descargar material adicional. Magnífica prosa de la vieja escuela sin aditivos.
10.8.25
2.8.25
El amanecer de los derechos del hombre, de Jean Dumont

Si nos fiáramos de los libros de historia, concluiríamos que todos los avances desde las cavernas hasta hoy se los debemos a los estadounidenses y a los europeos (del norte, claro). El resto de los pueblos oscilamos entre el oscurantismo y el subdesarrollo patológico. Según esta visión mainstream de la historia, los españoles —como los chinos o los egipcios— no existen realmente, o si existen, es solo como espejo exótico y negativo de los valores civilizatorios.
Los españoles son definidos sistemáticamente como seres extraños, refractarios a la modernidad, que cruzaron el océano sedientos de sangre y oro, con mentalidad aún medieval y el demonio de la Inquisición corriendo por sus venas. El Descubrimiento de América fue, según esta visión, una barbarie sin matices (y, de hecho, fue una barbarie, pero habría mucho que matizar).
La realidad es que el siglo XVI español fue una oscilación constante entre la ignominia y la grandeza. Unos centenares de desheredados, muchos enfermos de paludismo, conquistaron en poco tiempo una extensión de territorio sobrecogedora. Además, sus libros de crónicas constituyen un legado impagable para la humanidad: nunca antes se había descrito con tal profundidad y maestría la aparición del Otro.
26.7.25
Imposturas intelectuales, de Alan Sokal y Jean Bricmont
Mientras la autoridad inspira un temor respetuoso, la confusión y lo absurdo potencian las tendencias conservadoras de la sociedad. En primer lugar, porque el pensamiento claro y lógico conlleva un incremento del conocimiento (la evolución de las ciencias naturales constituye el mejor ejemplo) y, tarde o temprano, el avance del saber acaba por minar el orden tradicional. La confusión de ideas, en cambio, no lleva a ninguna parte y puede mantenerse indefinidamente sin causar el menor impacto en el mundo.
Stanislaw Andreski
Que el lenguaje es mera convención ya lo sabían los primeros budistas, y es una evidencia que no se le escapa ni a un hincha deportivo. Por supuesto que un lápiz se llama “lápiz” por consenso, y ese consenso, al ser subjetivo, es sospechoso. Pero decir que el lenguaje carece de legitimidad por ello es una insensatez que se le ocurrió a Nietzsche y que han repetido hasta el hartazgo nuestros posmodernos (que, paradójicamente, dejan estas elucubraciones por escrito).
19.7.25
Una ficción: La ciudad de los malditos
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12.7.25
Pensar la tecnología, de Antonio Diéguez
5.7.25
La posmodernidad en jaque, de José Luis Borges y Javier Ormazabal
28.6.25
La sociedad multiétnica, de Giovanni Sartori
El teórico de la ciencia política Giovanni Sartori (1924-2017) termina uno de sus libros más polémicos, La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo, extranjeros e islámicos, explicando que el razonamiento desplegado hasta entonces se ha basado en la muy weberiana distinción entre la ética de la virtud y la ética de la responsabilidad. La primera es eminentemente cristiana, y consiste en ser “virtuoso” como un fin en sí mismo, sin preocuparse por las consecuencias de nuestros actos, porque mientras se obre según las más altas moralidades lo que suceda es cosa de Dios y no nuestra, que hemos cumplido nuestra parte. La segunda es un poco más realista y pragmática, y consiste en hacerse responsable de las decisiones propias, en asumir que demasiada mermelada buenista empalaga, y que vivimos en un mundo bastante trágico y que a veces hay que elegir lo menos perjudicial. La primera ética, nos dice Sartori, vale más o menos para la vida privada, pero en la esfera pública, o sea en la política, rechazar responsabilizarse de los efectos de nuestras acciones en aras de constructos ideológicos es la antesala de inminentes desgracias colectivas.
21.6.25
Libertad fatal, de Thomas Szasz
Thomas Szasz (1920-2012) fue un psiquiatra libertario que se opuso
siempre a las intromisiones del Estado y a las coacciones médicas en la
vida del individuo. Para él nadie, salvo el propio interesado, tenía
derecho a decidir si podía o no consumir drogas, recibir o no cualquier
tipo de tratamiento psiquiátrico, o suicidarse o no por decisión
propia cuando estimara oportuno.14.6.25
Beyond the black rainbow, de Panos Cosmatos
8.6.25
Corre, rocker, de Sabino Méndez
—¿Cómo está don Manuel?
—Muy mal, muy mal. Tengo cataratas y, desde que me rompí la cadera, no puedo salir de casa. Estoy muy mal, muy mal... ¡Esto con Franco no pasaba!
La nostalgia es tramposa. Nos hace recordar lo bueno y no lo malo, o ignorar que antes el mundo no era más bonito, sino que nosotros éramos más jóvenes. Así que hay que evitar las melancolías a lo Jorge Manrique. Por lo general, el tiempo avanza gradualmente hacia cuotas más altas de civilización, pero nosotros, como personas, vamos al contrario: envejecemos, ganamos en canas y dolores, y finalmente nos morimos sin que el planeta vaya a dejar de girar por ello. Antes estábamos delgados y éramos más guapos, en efecto, pero eso no significa que cualquier tiempo pasado fue mejor.
1.6.25
El año del pensamiento mágico, de Joan Didion
En el documental
de Netflix sobre Joan Didion hay un momento que es entre abyecto y glorioso,
ése en el que le preguntan que qué pensó cuando vio a un niño de seis años
adicto al crack y ella contesta que pensó que ahí había material para un gran
artículo. Tras esa respuesta epatante hay una coherencia de alguna manera
admirable. Didion tiene alma de reportera que sabe no implicarse, y esa misma
frialdad aparente la vuelca contra sí misma en El año del pensamiento mágico, donde describe lo que le sucedió en
el 2004, año en que con muy pocos días de diferencia su hija fue hospitalizada
de urgencia (moriría poco después) y su marido falleció de un infarto delante de ella.25.5.25
Piel Roja, de Juan Gracia Armendáriz
Piel Roja de Juan Gracia Armendáriz es un diario bien escrito y
con fragmentos inolvidables sobre la vivencia de una enfermedad. En concreto hay
una parte en la que el autor rememora, al enterarse del fallecimiento del
escritor Félix Romeo, que cuando le conoció en vida, al verle tan pálido
y displicente, le preguntó que dónde había aparcado el ovni. Y luego
deja caer, como de tapadillo, que la muerte de Romeo bien pudo
producirse por el abuso de alcohol y drogas. A continuación lamenta que
en la época actual morir de un infarto ya no sea privativo de gente más
mayor. Y no insiste en el tema, pero en seguida vienen a las mientes
los varios jóvenes y prometedores escritores españoles que en los
últimos años han muerto por infartos –y que según la insinuación de
Gracia, fueron debidos al exceso de cocaína y noches etílicas..jpg)





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