7.12.24

Contra la democracia

Hay libros que no son especialmente buenos, pero tienen a su favor que conectan con lo que se murmura en las calles. Contra la democracia del norteamericano Jason Brennan tributa como ejemplo de esto. Escrito antes del primer triunfo de Trump o del Brexit, pero con la percepción de que algo funcionaba mal desde hacía tiempo en los sistemas democráticos, estos resultados electorales inesperados lo convirtieron en un fenómeno sociológico en los países anglosajones. También se ha publicado en nuestro país.

El libro carece de argumentos sólidos y de una bibliografía potente; tiene algo de panfleto que realmente no se toma en serio a sí mismo, pero sin duda es desafiante y desordena muchos tropismos ideológicos. Sabe cómo ser polémico; aunque menos de lo que esperaba el autor, que confiesa en el prólogo que cinco años atrás este libro no hubiera despertado interés.

30.11.24

Elogio del olvido


"Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo". La celebérrima sentencia de George Santayana encabeza la contraportada de la edición española del Elogio del olvido de David Rieff.  No podría estar mejor elegida. En principio parece una idea indiscutible, sensata y humanista: hay que recordar las barbaridades de nuestros antecesores para no volver a cometerlas. Por supuesto, bien pensado, también porta un reverso siniestro, ya que los recuerdos colectivos no existen, son constructos sociales. Personalmente recordamos más o menos verazmente; desde un punto de vista histórico "recordamos" lo que los señores con dinero y pistolas quieren que tengamos por nuestro pasado. La memoria es por definición subjetiva y personal, hacerla colectiva es una narrativa de poder interesada.

O dicho de otra manera: si no lo hemos sufrido en nuestra carne es que nos lo han contado y por lo tanto hay que sospechar. Si no lo hemos vivido tenemos estar precavidos, el pasado puede ser una mentira interesada.

23.11.24

De cero a uno

 

Quien tenga algo de conocimiento sobre política estadounidense encontrará bastante decepcionante los análisis que hace la prensa española de la victoria de Trump. Dicho francamente, unos profesionales que cobran por informar tendrían que ser capaces de ir un poco más allá de la monserga de que es un fascista que recurre a las fake news, o el absurdo ése de que el pueblo americano no está listo para votar a una mujer de color. Algunos medios de comunicación en lengua inglesa empero están sacando muchos artículos y reportajes explicando de manera admirablemente ponderada lo que ha sucedido, que es ciertamente complejo y poco susceptible de simplificaciones infantiloides.   

Lo cierto es que los republicanos han ido a las elecciones con un mensaje claro e ilusionante, mientras que los demócratas no tenían ninguna propuesta viable y se han limitado a pontificar que ellos eran moralmente superiores que el aprendiz de dictador gordo y con el pelo naranja. Los primeros hablaban desde la sufriente realidad cotidiana y los segundos desde la elitista ideología progresista de las clases altas.

 

17.11.24

René Girard, de la ciencia a la fe

René Girard (1923-2015) era francés pero su vida académica se desarrolló en Estados Unidos. Su nombre no suena todavía a celebridad intelectual, pero fue muy respetado por grandes pensadores del siglo XX y en la actualidad su obra tiene una creciente repercusión en distintas disciplinas de las ciencias sociales. Paul Ricoeur dijo de él que "será de la misma importancia para el siglo XXI que Marx o Freud para el XX".

Si tratamos de resumir su pensamiento en dos brochazos mal dados, diremos que la piedra angular del mismo es la teoría mimética. Algo que separa al hombre del animal es que el hombre es mucho más mimético; se forma desde su nacimiento copiando a otros.

Para Girard podemos aprender más sobre la condición humana en la literatura que en la filosofía, ya que los grandes novelistas supieron ver mejor que los filósofos que el deseo mimético guía nuestros comportamientos. El deseo no es unidireccional (sujeto-objeto) como siempre se ha creído. Necesitamos de un agente externo, un mediador, que nos diga lo que desear, y lo hace deseándolo él antes. La fricción por ese objeto de deseo deriva entonces en enfrentamiento, ya que ahora hay dos candidatos para un objeto. Si generalizamos esta lucha mimética dentro una agrupación humana la tensión es incontenible.

10.11.24

El tiempo de una vida

Juan José Sebreli ha muerto a principios de mes. Por supuesto al enterarme me he lanzado a releer su autobiografía, El tiempo de una vida, que publicó en el 2005.

No es un libro solo apto para los que le veneramos como pensador. De hecho hay poca divagación filosófica. Es más bien la historia de una vida, un tiempo y un país; además está muy bien escrito. Empieza contando su infancia en Buenos Aires, en una familia hispano-italiana de inmigrantes, pero sin poetizar nada relativo al tema; como buen sartriano, no quiere tener orígenes, se niega a considerarse una genealogía. Luego habla de su adolescencia y el descubrimiento de su homosexualidad. También de sus años de formación existencialista; el nacimiento de su conciencia política, primero como peronista, luego y definitivamente como enemigo de cualquier forma de populismo. Entre sus amistades destaca a Carlos Correas y Óscar Masotta (éste último es el responsable del desembarco de la plaga lacaniana en España, por cierto). Más adelante narra cómo creó el Frente de Liberación Homosexual, y cómo malvivió en las sucesivas dictaduras del país. Y sobre todo describe su extrañamiento en el ambiente cultural porteño, tan encorado hacia formas de irracionalismo, y defiende su propio enraizamiento en el pensamiento filosófico europeo de los años cincuenta, con Sartre como padre intelectual, y Hegel y Marx como principales referentes históricos.  

2.11.24

Por qué fracasan los países

Cuenta el imprescindible historiador Tuñón de Lara que las oligarquías latifundistas españolas del siglo XIX se opusieron a la industrialización bajo el motto de “o el petróleo o nosotros”. Maliciaban que ellos serían los reyes del mambo mientras la sociedad española fuera subdesarrollada y analfabeta; en el momento que aparecieran los trenes, las fábricas y las ciudades, pasarían a ser un mero estorbo con vestidos caros (Sus predicciones fueron acertadas, como sabemos).

Ahora nuestra casta anda un poco en las mismas. En los últimos cuarenta años España ha tenido sucesos trágicos pero ningún problema realmente desestabilizador. No había impedimentos para haber creado emporios tecnológicos, fomentar la cohesión social, diluir las tensiones regionales en aras de una integración supranacional, mejorar la educación y los medios de comunicación…Pero no, nuestras élites eligieron rompernos como sociedad y forzar a nuestros mejores jóvenes a emigrar.

26.10.24

Ética para máquinas

La filosofía se ha perdido en disquisiciones lingüísticas y en conceptualizar lo inobservable, o sea, se ha convertido en mera jerigonza autoreferencial. El star system de autores prestigiados es bastante insufrible y poco aporta ya al conocimiento de la realidad del mundo. Así, mientras tenemos computadoras que se comunican entre sí desarrollando un lenguaje propio e inaccesible a los humanos, en las facultades de filosofía lo que se considera prioritario es debatir sobre cuánto idealismo hay en la fenomenología de Husserl o si el último Foucault era un malvado neoliberal.

Sin embargo hay corrientes marginales en la academia (y que afortunadamente a veces tienen repercusión en los medios mayoritarios) que sí debaten temas cruciales.

Por ejemplo hay pensadores que reflexionan sobre la tecnología y aportan unas ideas de gran profundidad. Lo hacen, claro, saliendo del cul de sac intelectual que impuso el mediocre de Heidegger, con sus hilarantes chascarrillos en torno a un martillo, y prefieren dialogar con pensadores de más enjundia, como Lewis Mumford o Hans Jonas.

 

20.10.24

En búsqueda del sentido

La filosofía política está en un ínterin. No sabemos hacia dónde irán sus debates, pero tenemos la certeza de que mucho de lo que hasta ayer era vigente hoy ha pasado a ser objeto de estudio para la historia de la disciplina. Desde luego no parece muy aventurado dar por finiquitada a la corriente neogramsciana de Ernesto Laclau y otros. Está claro que los juegos de poder, y lo de la hegemonía y el control propagandístico, no vale para nada si cuando llegas al gobierno eres un político mediocre y demagogo. Ni un géiser de “significantes vacíos” puede tapar la ineptitud para la gestión pública.

Lo que sí que sería complicado es saber hacia dónde irán ahora estas disquisiciones. Viendo los visos que está tomando la situación, igual sí puede suceder que algunos autores no especialmente famosos pasen a tener un nuevo protagonismo. Si la política se convierte en “una dialéctica de lucha entre Estados”, por decirlo con palabras de Gustavo Bueno, y se trata de resistir desde el Estado-nación, igual Enrique Dussel, recientemente fallecido, por ejemplo, se convierte en una referencia.

12.10.24

James Burnham contra las élites gerenciales

James Burnham (1905-1987) es uno de los grandes teóricos del conservadurismo nacional estadounidense. Fue un profesor de filosofía de la Universidad de Nueva York que empezó siendo un joven militante socialista, muy activo políticamente y amigo de Trosky, y acabó siendo el más acérrimo anticomunista del muy anticomunista Departamento de Estado de los Estados Unidos. Sale retratado extensamente en el libro La CIA y la guerra fría cultural de Frances Stonor Saunders. Allí se nos cuenta que precisamente por haber estado adscrito al comunismo en su juventud conocía bien los puntos fuertes de esta ideología y planteaba combatirla con sus mismos medios, construyendo una propaganda tan briosa o más que la soviética para vencer en un enfrentamiento que además de militar era también cultural. Fue fundamental en la estrategia estadounidense en la Guerra Fría y a él se le debe que la CIA se metiera a medrar en las universidades, el cine, el arte y demás medios de difusión cultural (el libro de Saunders, que es bastante recomendable, cuenta todo esto muy bien).

29.9.24

Sigmaringa contra Savater


Zizek dice en Acontecimiento que la filosofía de hoy se parece a los últimos funcionarios de Vichy refugiados en el castillo de Sigmaringa, al sur de Alemania, poco antes del fin de la II Guerra Mundial. Completamente derrotados e ignorados por todo el mundo, estos burócratas se dedicaban a escribir compulsivamente proclamas y decretos administrativos suponiendo que tantos papelajos les iban a devolver un poder que ya habían perdido definitivamente. Zizek sostiene que los filósofos también actúan de esa manera: publican y publican teorías irrelevantes que a nadie le importan y pretenden así que todavía tienen una autoridad en la que ya sólo creen ellos mismos.  
Podríamos hablar por ello de Filosofía Sigmaringa. Una filosofía inútil, espectral, sin audiencia, autofágica, que además se cree importante; una filosofía que pretende estar reflejando la realidad en sus juegos lingüísticos cuando la realidad está ya muy por delante y mejor analizada por otras disciplinas.  
La Filosofía Sigmaringa -un nombre oportunamente alemán, plúmbeo y hasta algo ridículo, o sea como la filosofía idealista- desecha a los pensadores que llegan al gran público y que por ello tienen influencia social. Le gusta más ser un teatro chinesco en su castillo y reinar sobre sus pocos acólitos en lugar de llegar a audiencias más generalistas.

21.9.24

Los Noventa

 

Chuck Klosterman es uno de los pocos autores a los que guardo lealtad; creo que he leído todo lo que ha publicado, incluso lo que no está traducido. No es particularmente conocido en España. Si tuviera que explicarle a un lego qué tipo de cosas escribe este fulano lo ejemplificaría así: “Imagínate una fotografía en la que se ve a Lady Gaga, a Elon Musk y a Kim Jong-un sonrientes en un strip-club de Moldavia… Bien, pues Klosterman es el tipo que tras ver esta estampa escribiría un libro centrado en el bigote del camarero que aparece casi fuera de foco sirviéndoles la bebida”.

Los Noventa es el último libro suyo que ha aparecido en nuestro país. Es de no ficción, como toda la obra del autor, pero esta vez no es una selección de artículos independientes, que es lo que suele ser habitual. Tampoco es una biografía aunque tenga algo de biográfico. Es un ensayo unitario de más de cuatrocientas páginas que, como el título indica, nos sumerge en esa década que empezó con la caída del Muro de Berlín en el año 1989 y terminó con el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre del 2001.

15.9.24

El final de la aventura

No vivimos en los tiempos más felices; hay una grisura ambiental que aflige el ánimo. La postmodernidad ha cumplido su misión al servicio del capitalismo financiero, y ha dejado un páramo de comunidades rotas e individualidades desesperanzadas. Las masas desdichadas se dejan arrastrar por el desierto de su cotidianeidad, tal vez anhelando un grito emancipador que toque a rebato.

Nuevos cultos emergen para llenar el vacío, pero son ineficaces. Lo woke, por ejemplo, que es hegemónico pero no mayoritario, otorga plenitud existencial a capas importantes de la población, que les basta con sentirse identitariamente reconocidas por el poder sin necesidad de mejoras económicas. Pero es más la gente que se considera denigrada por este discurso que la que integra, y así nunca podrá vertebrar la convivencia de todos. Al contrario, lo que hace es dividir a la sociedad entre los que viven en un mundo ideológico y los que viven en el mundo real.

8.9.24

La conspiración contra la especie humana


Paralelamente a los caminos reales, por donde transitan de siglo a siglo artefactos e ideas, hay secretas sendas por donde se deslizan en el tiempo los emisarios de agonías.
Nicolás Gómez Dávila

El corpus teórico del Nuevo Nihilismo -o también conocido como Realismo Especulativo- empezó a cristalizar en el año 2007 en la Universidad de Londres, a raíz de unas conferencias donde se defendía la necesidad de orillar intelectualmente, de una vez y para siempre, al humanismo y cualquier forma de antropocentrismo. Sus representantes (Eugene Thacker, Ray Brassier, Reza Negarestani…) son académicos bastante bien formados en la tradición filosófica, con amplios conocimientos de cultura mainstream y especial devoción por el género de terror, que consideran que es el ámbito de la ficción que mejor expresa el sinsentido de la existencia humana (H.P. Lovecraft y su concepción del “horror cósmico” el su referente más señero).

1.9.24

La mente naufragada

Los libros de teoría política anglosajona tienen por lo general bastantes inconvenientes. Muchas veces no son más que páginas de relleno en torno a una idea potente, o incluso un tweet, y podrían haberse quedado en un breve artículo. Otras veces son demasiado circunstanciales y en una semana, cuando caduca el trending topic que comentan, ya son inútiles. Pero sobre todo, el principal problema con estas obras es que encontramos más conocimiento en una nota a pie de página de cualquier escrito de alguien como Dalmacio Negro, por ejemplo, y la vida es corta y hay que priorizar las lecturas.

Así que no encarábamos la lectura de La mente naufragada. Reacción política y nostalgia moderna de Mark Lilla con mucho entusiasmo. Y sin embargo tenemos que reconocerle que el libro tiene su miga, aunque no tan sabrosa como para desordenarnos completamente los prejuicios.

25.8.24

Manifiesto redneck

Jim Goad (n. 1961) es un escritor norteamericano que no parece la mejor de las personas. Es más, si una décima parte de lo que se cuenta en su perfil de la wikipedia fuera cierto podríamos calificarle sin miramientos como abyecta escoria humana. Pero lo que nos trae aquí no es su lamentable desempeño vital sino su primer y potentísimo libro, el Manifiesto Redneck.

Este libro-sismógrafo se publicó en Estados Unidos en 1997 y sólo recientemente ha aparecido en nuestro idioma. Este lapso de tiempo sin embargo sirve para que comprobemos cuánto del terremoto político que predecía se ha ido convirtiendo en una realidad social innegable. Y si bien no somos estadounidenses, podemos aseverar que Goad acierta; al menos por lo que cuentan los noticieros. También damos fe de que es posible traducir muchos de sus vaticinios al devenir de nuestro propio país. A veces está bien este juego de espejos, y renta analizar lo que sucede en el vecindario de al lado para buscar similitudes y entender mejor así lo que pasa en el nuestro.  

18.8.24

Peter Thiel y La Derecha Tecnológica

 

Donald Trump anunció hace pocas semanas que J.D. Vance iba a ser su candidato a vicepresidente. Este senador por Ohio y autor de un libro de memorias de cierto éxito, Hillbilly, una elegía rural, no era particularmente conocido para el gran público, y los medios de comunicación oficialistas se han limitado a presentarle como un paleto machista y racista.

Vince es más bien un republicano católico que sirvió en el ejército estadounidense, y que políticamente se adscribe al conservadurismo nacional, que delinearemos a grandes rasgos como una corriente interna del conservadurismo opuesta al neoconservadurismo. El primero defiende un patriotismo aislacionista y un capitalismo vigilado para que no choque con los intereses nacionales. Los neocon, por el contrario, son partidarios del libre mercado como un fin en sí mismo y aspiran a una globalización tutelada por los Estados Unidos, manu militari si fuera preciso.

11.8.24

Philippe Muray, vocero de nuestro asco

 

Los que denuncian la esterilidad del reaccionario olvidan la noble función que ejerce la clara proclamación de nuestro asco.

                                                Nicolás Gómez Dávila

Hace algunos años el diario Le Monde anunció un índice de herejes a excomulgar. Dedicándole la portada y varias páginas del interior, y con el aterrante título de "La llamada al orden. Encuesta sobre los nuevos reaccionarios", señaló a una serie de malvados escritores que desafiaban al canon progre. De entre los conocidos por estos lares destacaban el filósofo Alain Finkielkraut, cuyo delito era sostener que los valores de la Ilustración no son negociables, o el novelista Michel Houellebecq, que hacía unos comentarios demasiado vitriólicos para oídos sensibles.

4.8.24

¡Crear o morir!

 

Andrés Oppenheimer es un liberal iberoamericano, o sea que es un tipo que no se deja mecer por los vientos hegemónicos de la región. Trabaja como periodista en la rama hispana de la CNN. También escribe libros; todos recomendables, todos muy claros y pedagógicos. El que nos traemos hoy entre manos es ¡Crear o morir!, pero muchas de las cosas que digamos de éste se pueden aplicar a otros de su catálogo, como Basta de historias o Cuentos chinos.

El género al que pertenecen es uno que nos vamos a inventar ahora mismo: “la apologética liberal”. Consiste en explicar las virtudes del liberalismo a lectores supuestamente hostiles e incrédulos, y confiar en que tanta revelación les transforme súbitamente de colectivistas en individualistas, de populistas en ilustrados, de comunistas en defensores del libre mercado.

28.7.24

La guerra imaginaria

La ciencia ficción es un género literario que no suele dar muchos puntos en las oposiciones a erudito. Se considera que es infantil, poco profunda, y sólo cotizan para el currículum algunos escritores, como Philip K. Dick o J.G. Ballard, y con la condición de que se los tenga como referencias secundarias y que el meollo de las lecturas formativas esté en otros autores más prestigiados. Por ejemplo, en una cuchipanda diletante puedes citar el contexto tecnológico de la soledad torturada de los personajes ballardianos, pero siempre que sea para ilustrar así las reflexiones heideggerianas sobre la técnica. Hay que explicitar que Ballard es meramente accesorio, y en ningún momento puedes dar a entender que es tu principal nutriente intelectual.  

Citar a Isaac Asimov entre las élites intelectuales madrileñas, huelga decir, es el equivalente a eructar en una recepción con los reyes. Nadie te lo recriminará directamente, fingirán que no ha pasado, pero verás como poco a poco todos se alejan de tu lado silenciosos e incómodos.

21.7.24

¡Lo quiero!


Paul Ricoeur predijo que René Girard sería tan importante para el siglo XXI como Marx o Freud lo fueron para el XX. Pero de momento no parece que su repercusión sea tan abrumadora como estos hitos señalados, y más que un acontecimiento intelectual que revierta súbitamente epistemologías, lo que vemos es una influencia gradual pero persistente que está permeando en los ámbitos más diversos.

Las propuestas de Girard han sobrepasado el mundo universitario y han tenido gran peso en el mundo económico, tecnológico y publicitario. Entre sus discípulos que se mueven fuera de la academia el más célebre es Peter Thiel, pope del Valle del Silicio, cuyo libro De cero a uno transpira deuda intelectual con su maestro, si bien este no aparece explícitamente en sus páginas.